06 marzo 2022
- Hoy, disculpadme, voy a ejercer de viejo gruñón; de viejo que no sabe entender cuando perdimos el mando de la educación en todos los niveles educativos; de viejo que no puede comprender por qué esta Sociedad no ha enseñado el NO a los más pequeños y desde su más tierna infancia; de viejo que no entiende cómo hemos llegado hasta aquí, donde el culto al body, al sexo fácil, a la inexistencia del premio al esfuerzo y a la vida fácil por cuenta de otro, se ha impuesto en la mayoría de las gentes en edad de aprender. Estamos en ese tiempo en el que, como nos cuenta nuestro Carlos Perrotti, el modelo de sociedad vigente está caduco.
- Dejaré aquí algunas de mis lágrimas:
– Cuando veo a una criatura que va sentado en el Bus, manejando el smartphone con los pies puestos en el asiento de enfrente sin ver a nadie, ni a nada, y que te mira con cara de mala leche porque le has hecho quitar esas caras y sucias Nike del asiento.
– Cuando veo a un niño que no quiere comer porque no le gusta la sopa y se le remedia su ansiedad con patatas fritas de bolsa.
– Cuando observo que un funcionario se vanagloria de que ha cogido el turno de noche porque así, duerme, y solo trabaja tres días a la semana.
– Cuando veo a un hijo de su madre decirle a un anciano: “¿Viejo, me vas a pegar o qué?” porque le ha llamado la atención por tirarse a la piscina comunitario haciendo la bomba.
– Cuando veo que una muchacha prefiere dejar un empleo porque la hacen limpiar las papeleras por unos miserables 800 €/mes.
– Cuando me aterrorizo porque un adolescente te levanta la mano porque le llamas la atención por aparcar su flamante coche pequeño y negro sobre un paso de peatones.
– Cuando te das cuenta de que, si viene de frente una pareja joven en una acera estrecha, te tienes que apartar a pesar de llevar tu gayato.
– Cuando veo esos horrorosos espectáculos nocturnos donde nuestra juventud se empapa la vida y la salud en alcohol.
– Cuando veo a ese profesor indefenso llamando la atención de los padres sobre el comportamiento animal de sus niños sin éxito alguno.
– Cuando veo ese desprecio por el valor de las cosas, de los sentimientos, del respeto, de la fidelidad, de la responsabilidad por parte de algunos chicos en edad de aprender y de los que ya no lo son tanto.
– Cuando veo “jóvenes” con casi cuarenta años durmiendo en casa de Papá y levantándose a las diez porque anoche hubo movida y, además, no encuentra un curro decente.
– Cuando veo que …. no sigo, no debo porque es justo entonces cuando pienso que algo hicimos mal. Sin duda.
Creo que el utilitarismo de la educación se quedó no en enseñar a ser a los educandos sujetos que piensan y toman decisiones, sino en formarlos en objetos informáticos. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarEso creo, yo también, Carlos A.
EliminarUn abrazo.
Suscribo cada letra, no cada palabra ni cada frase, cada letra, Enrique, más allá de que me menciones, amigo... De nuestros errores-horrores-frustraciones-temores sobre cómo ser padres-falta de personalidad-y-convicciones esta hecho este presente. De modo que si nosotros lo hicimos, a nosotros nos corresponde al menos asumirlo-decirlo-denunciarnos mientras hacemos lo que podamos para volver a arreglarlo... que aún es posible.
ResponderEliminarAbrazo sinceramente admirado.
A mí me pilla muy mayor, Carlos P, pero hago lo que puedo. Un momento difícil, quizás nos toque volver a empezar para recuperar los valores perdidos.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
....Y muchas gracias por revelarme a este artista que investigaré de aquí en más: Mircea Suciu. Abrazos y más abrazos.
ResponderEliminarA mandar, querido amigo.
EliminarEs que algo hicimos mal, Enrique. En nuestra sociedad solo vale el egoísmo, la competitividad o el consumismo irracional, compulsivo.
ResponderEliminarValores como el civismo o la solidaridad están desterrados y son objeto de moda. También por los adultos, más preocupados en sus miserias que en educar en valores. Y así va este mundo...!!! Ni padres, ni políticos ponen los medios para una buena educación que facilite la convivencia. Y los profesores están con las manos atadas.
Este es el mundo que se va perfilando. Y con la falta de personalidad, de reflexión, de sensibilidad, me temo que solo funcionará esa máxima de que sean los demás quienes se sacrifiquen y arreglen todo lo que estamos destrozando los seres humanos.
Un gran abrazo, Enrique. Está Vez, dolorido.
Mantengo el dolor en ese abrazo, yo también, Emilio.
EliminarDecepción, preocupación, miedo por la vida que le espera a mis nietos, no sé, cuando pienso en el futuro ... como esa vieja canción que decía: "No sé que pasa que lo veo todo negro..."
Feliz domingo.
Corroboro cuanto dices, Enrique.
ResponderEliminarGracias, amiga Tracy, significa mucho para mí que lo corrobores.
EliminarUy pienso lo mismo y da mucha pena y ansiedad. Hemos hecho una sociedad con tontos , indiferentes y buenos para nada. Lo peor es que el mundo que a ellos les viene entre guerras, pandemias y cambios climatices o no extingue o no hace mejores. Te mando un beso.
ResponderEliminarQuizás el mundo necesita volver a empezar para recuperar valores, amiga Judit.
EliminarUn abrazo.
Pienso como tu amigo Enrique, algo hicimos mal... Saludos.
ResponderEliminarGracias, Sandra. A veces creo que solo son figuracipones propias de tipos de mi edad.
EliminarFeliz lunes.
Empezar la semana y el día con semejante reflexión, de agradecer. Quienes ya no tenemos obligaciones laborales, largo tiempo ocupado, valoramos que de vez en cuando se nos pongan “deberes”. En este caso analizar tu texto. No exento de razón en su mayor parte. Y digo “su mayor parte”, cuando podría señalarlo todo si no fuese por una sola y fundamental cuestión: ¡niego la mayor!
ResponderEliminar¡No me identifico con el título! Pero entiendo que venga al hilo, en general, de lo que expones.
Hace unos días pensaba en mis abuelos paternos. Con quienes viví casi un año cuando contaba ocho, 1956. En la Noia, Galicia, de entonces. Que está claro que no es la de hoy. Y no digamos ya capitales de provincia o ciudades grandes y “modernas”.
Mis abuelos, mis padres, yo, mis hijos, nietos, etc. (De la hija mayor, 50 años, podría tener biznietos. Y de alguno de estos, tataranietos).
¡Algo hicimos mal! ¡¡No seré yo!!
No seré yo el responsable, o mi abuelo, de cómo se desarrolla la vida hoy. La veo tal como es, creo, y puedo identificarla tal y como la expresas… ¡Pero responsable, va a ser que no!
Me explico. Tampoco quiero parecer de otro “planeta”.
Repaso cada una de tus advertencias y no veo a ninguno de mis hijos y nietos en esas tesituras. Ni hoy ni en el futuro. La madera, natural, de la que están hechos, no la veo flotando a la deriva en ese convulso mar que describes. Sin negar que cada uno de esos términos, sea real en mil situaciones.
Soy de la opinión, convencimiento ya a día de hoy, de que cada generación trae sus propias circunstancias, y lecciones de vida a superar, trascender. Cualesquiera que sean. ¡Y de ahí, saldrán! Como salieron ellos, abuelos o padres, o salido nosotros.
¿Qué haya quién no?… Puede, “hoy”. Pero “mañana” puede ser distinto. Mi trayectoria de vida no ha sido una línea recta. Pero donde estoy, es lo que soy! ¡Hoy!
La pre-ocupación por el futuro de los más pequeños hoy, loable sin duda, resta calidad de vida a quien la sostiene… Y es esta “merma”, creo, la que puede acabar condicionando en ellos su futuro.
¡Si albergamos miedos, qué dejamos en herencias!
No estoy seguro de haberme expresado con claridad. Y sin embargo no podría modificar una sola coma.
Gran abrazo amigo Enrique.
Te expresas y explicas, de maravilla, como siempre, Ernesto. Quizás no hablo de nadie en particular, ni siquiera de mí mismo, hablo de la Sociedad Global. El premio al esfuerzo, la fidelidad y no solo la amorosa, la disciplina, la responsabilidad, el amor al trabajo, todo eso, anda muy devaluado, Ernesto. Algo se ha hecho mal, y cuando digo nosotros, hablo de la SG, (sociedad global). Restablecer los valores debiera ser algo prioritario en cualquier plan de estudios o del universo docente en general. Creía yo, en mis primeras incursiones en el mundo de la retórica de postgrado universitario, dando conferencias insoportables, (supongo), que la Sociedad necesita empezar de cero como única solución a la restitución de esos valores, RESET, como se le llama en el mundo informático. Pero eso suena muy duro - me dijo una vez un sesudo alumno. Él interpretaba que, según mis palabras, tenía que producirse una hecatombe mundial. No le contesté, lo dejé a que lo interpretara, año a año en su vida y con ello debiera ver si encontraba la respuesta.
ResponderEliminarTerminaré, no obstante, diciendo que nuestras dos últimas generaciones anteriores a la nuestra tuvieron su hecatombe y tuvieron que volver a empezar a reconstruir un mundo que anduvo perdido en eso que ahora y antes, se le llama y llamaba, la estupidez humana.
Un abrazo fuerte, Ernesto.