- Qué pase un Ford Escort con un “veterano” altavoz encima, anunciando el sepelio de “Ramón el Cananero”; ver como el guardia urbano le ha retirado la multa a un chaval que ha aparcado frente al Centro de Salud cuando éste le ha contado cualquier excusa; notar que en la panadería se huele a pan de pueblo; escuchar en la charcutería que nada como una olla gitana … “tonaturá y sincannealguna”; ver que la puerta de la Iglesia está abierta; notar que la gente te saluda por la calle; observar que todo, absolutamente todo es natural, sencillo y ancestralmente admirable, casi nostálgico, notas que la gente es como es, noble y trasparente, entonces te das cuenta que estás en La Huerta.
- Y al poner rumbo al centro del universo matinal de un día cualquiera, sucede lo mejor, sí, me encuentro con Salvador, Salva el Fuensantico, para los amigos … “Hola Enrique, siéntate ahí que te cuento”.
– Y estuve con él más de una hora escuchando aventuras, desventuras, gestas rurales, amoríos olvidados y mucha, mucha historia de un pueblo que ya no existe, pero que aún vive y vivirá en nuestra memoria, mientras él siga contando su historia y haya alguien que lo quiera oír y/o escribir, para contarlo. “Hace poco, Enrique, vino a verme uno del Periódico y le conté todo … dijo que era para un libro” … será.
- Meterse en las entrañas de la gente sencilla es un placer inexplicablemente mágico aunque olvidado y un gran placebo para la existencia de quien quiera o necesite saber, lo que es saborear la vida por encima de cualquier otra necesidad o causa. Gente admirable.
muy interesante tu blog últimamente.
ResponderEliminarEstas perdido bueno tendras tus razones abrazos