24 febrero 2020
Me levanté de mal humor y me caí, con la suerte de hacerlo en blando, sobre la Mariantonieta a la cual mandé hacerle una buena marca en la pared en señal y recuerdo del suceso; el baño, el espejo madrugador, y la cuchilla de afeitar se portaron bien, nada de sangre verde, ni roja, solo rutina; en el ascensor me fijo que el chico de la limpieza no se esmera con el aluminio de las puertas ni con los rincones, ah, el espejo del ascensor sigue igual de cruel en la devolución de imágenes; al entrar en el coche no me di, albricias, ningún golpe en la cabeza, ni me he acordado hoy del porqué le puso el policía la mano al Rodrigo Rato en la cabeza al entrar en el coche patrulla cuando se lo llevaron a Comisaría; he conseguido echar la basura en el contenedor azul de los papeles sin que me manche el brazo de la cazadora, ni me aprese la mano. Todo normalmente estable, sin suspiros profundos, ni disgustos, ni asuntos sensuales que explorar.
Lo mejor y supuestamente anormal, no obstante, sucedió cuando Antonio, el Jefe de Prensa del Quiosco más encantador de la Playa, me da la buena noticia del día: "¡¡¡ Enrique, leches, que bien te veo hoy !!!" - Tras el primer impacto emocional ante tal afirmación, me he metido dentro de su corralito, le he cogido del brazo para enfrentarme a él, (a Antonio), y le he dado un abrazo/besazomejillero que lo he dejado perplejo... y sonriente. "Gracias, amigo, me hacía falta que alguien me lo dijera hoy" ... y el grupo de amigotes de tertulia del Quiosco de mis amores, tan absortos como el mismo Antonio, han empezado a aplaudir como posesos al grito de ..."Enrique, Enrique, Enrique es cojonudo, como Enrique no hay ninguno" - y yo, medio llorando de la emoción, olvidándome de mi caída libre en esa interminable escalera de mis sueños, he vuelto a mi lugar de tertuliano frente a su mostrador, (el del Quiosco de mis amores), para luego poder seguir mi camino hacia el Ateneo de mis amores.
Todo bien si no fuera porque Lucio - el Lucio de los Lucio de toda la vida - me dice al oído... "Es que Antonio al margen de ser un tío de pura madre, tiene una cuñada que trabaja en Radiología en el Hospital de San Juan ... un tipo bien informado es siempre eso, un tipo con poderes mágicos". He preferido no profundizar en la confidencia - ¿Para qué? - pero viendo el lado positivo de casi todo, por pequeño que parezca, me alegra tener amigos vivos en eso de ser interesados en ello, en la alegría de los que lo son ... amigos para siempre, sin importar el tiempo en que lo son o sean, es decir, como son. Bueno, no me hagáis mucho caso, cuando tengáis casi setenta, sabréis de qué hablo.
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24 febrero 2020
Me levanté de mal humor y me caí, con la suerte de hacerlo en blando, sobre la Mariantonieta a la cual mandé hacerle una buena marca en la pared en señal y recuerdo del suceso; el baño, el espejo madrugador, y la cuchilla de afeitar se portaron bien, nada de sangre verde, ni roja, solo rutina; en el ascensor me fijo que el chico de la limpieza no se esmera con el aluminio de las puertas ni con los rincones, ah, el espejo del ascensor sigue igual de cruel en la devolución de imágenes; al entrar en el coche no me di, albricias, ningún golpe en la cabeza, ni me he acordado hoy del porqué le puso el policía la mano al Rodrigo Rato en la cabeza al entrar en el coche patrulla cuando se lo llevaron a Comisaría; he conseguido echar la basura en el contenedor azul de los papeles sin que me manche el brazo de la cazadora, ni me aprese la mano. Todo normalmente estable, sin suspiros profundos, ni disgustos, ni asuntos sensuales que explorar.
Lo mejor y supuestamente anormal, no obstante, sucedió cuando Antonio, el Jefe de Prensa del Quiosco más encantador de la Playa, me da la buena noticia del día: "¡¡¡ Enrique, leches, que bien te veo hoy !!!" - Tras el primer impacto emocional ante tal afirmación, me he metido dentro de su corralito, le he cogido del brazo para enfrentarme a él, (a Antonio), y le he dado un abrazo/besazomejillero que lo he dejado perplejo... y sonriente. "Gracias, amigo, me hacía falta que alguien me lo dijera hoy" ... y el grupo de amigotes de tertulia del Quiosco de mis amores, tan absortos como el mismo Antonio, han empezado a aplaudir como posesos al grito de ..."Enrique, Enrique, Enrique es cojonudo, como Enrique no hay ninguno" - y yo, medio llorando de la emoción, olvidándome de mi caída libre en esa interminable escalera de mis sueños, he vuelto a mi lugar de tertuliano frente a su mostrador, (el del Quiosco de mis amores), para luego poder seguir mi camino hacia el Ateneo de mis amores.
Todo bien si no fuera porque Lucio - el Lucio de los Lucio de toda la vida - me dice al oído... "Es que Antonio al margen de ser un tío de pura madre, tiene una cuñada que trabaja en Radiología en el Hospital de San Juan ... un tipo bien informado es siempre eso, un tipo con poderes mágicos". He preferido no profundizar en la confidencia - ¿Para qué? - pero viendo el lado positivo de casi todo, por pequeño que parezca, me alegra tener amigos vivos en eso de ser interesados en ello, en la alegría de los que lo son ... amigos para siempre, sin importar el tiempo en que lo son o sean, es decir, como son. Bueno, no me hagáis mucho caso, cuando tengáis casi setenta, sabréis de qué hablo.
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