Pintura de Fabián Pérez
02 enero 2020
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– Llevaba mucho tiempo fijándome en ella pero nunca me atreví ni a saludarla.
– Un día, mientras ella estaba en el centro del corro que formaban sus feroces admiradores, hizo un movimiento inesperado de cabeza y cazó mi mirada … la sostuvo unos segundos y luego sonrió.
– Mi pulso se puso a cien y mi cara como una rosa roja. Bajé la cabeza y estaba tan avergonzado como sorprendido.
– Pensé en lo que me contaba siempre mi Madre cuando me decía que yo podría ser lo que quisiera y que sólo tenía que luchar por conseguirlo y tener mucha suerte.
– Me armé de valor y me acerqué al corro … ¿Bailas? – le dije – Claro – me contestó.
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– Bailamos toda la tarde … toda una vida … seguimos haciéndolo.
(Me gusta recordarlo)
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