20 marzo 2024
– Un día ventoso y pocas ganas de andar bajo el sol, pero ella nos lo anunció en la misma puerta del Ateneo de día, no quería entrar por si él venía más tarde de lo previsto.
– María estaba allí porque había quedado com él y le parecía, muy a la antigua, que no debía ser ella la primera en sentarse a esperar.
– La convencimos y entró para sentarse en nuestra mesa bajo el enorme cuadro del Fundador y a un paso de la sala de las apreturas prostáticas.
– Sorprendida y halagada pidió un café solo y una vez superados los primeros escarceos verborréicos del “holaquetal” y “comovatodo”, María, como el niño de los garbanzos de Paco Gandía, empezó a “largar”.
– Siempre sola, abandonada y maltratada, decidió hace diez años huir a la Costablanca desde su cárcel matrimonial de la bella Salamanca sin que nadie de su entorno entendiera el porqué, ni siquiera sus dos hijos, ya mayores de edad entonces, que nunca la comprendieron. “Algo le habrás hecho a papá para que se porte así, mamá” – le increpaban sus adorables vástagos. Su madre, (la de María), para mayor inri, llegó a decirle… ¿Qué creías que era el matrimonio hija?
– Ella, una bella a los cincuenta, encontró un trabajo fácil en la hostelería nocturna de la costa apenas llegó a Benidorm, y de cuyo empleo vivió y vive desde que llegó en la más austera y poco visible vida con la que se buscó y condenó.
– Aquí, hace dos años, encontró el amor en un adorable setentón que la cuida, la mima y hasta la lleva a comer y a cenar cuando la “libera” de su Club hostelero nocturno pagando la cuota correspondiente. Ella es feliz así, pero ahora … nuevos nubarrones amenazan su futuro.
– Ella ha pensado en volver a creer en el amor, pero hoy estaba muy acomplejada y preocupada, pues uno de sus hijos, ya casi cincuentón, logró localizarla y había quedado con él en el Ateneo.
– No sabíamos que aconsejarle cuando, de pronto, apareció el niño de María.
– Ella quiso que se sentara en nuestra mesa… “son mis amigos, son gente de confianza” – dijo ella con voz muy segura. El niño, un verdadero carcamal, dijo:“¿Te acuestas con todos ellos, mamá?”.
– Arturo se levantó en actitud agresiva contra el niño pero entre todos le sentamos de un golpe de juicio ocasional.
– Ella, claramente angustiada, le dijo al niño: ¿Qué quieres hijo?
– El niño, haciendo cara de político separatista a punto de ser ejecutado por un inexistente tribunal, dijo: “Papá ha muerto, y lo peor es que en su testamento te ha nombrado heredera universal salvo en la parte de la legítima que nos corresponde a nosotros … parte a la que hemos decidido renunciar en tu favor, pues él nos lo pidió en su lecho de muerte“.
– Ella, ante tan inesperada propuesta, se quedó sin saber que decir, se puso a llorar y a los segundos siguientes exclamó … ¿Y…?
– El niño (que ya no parecía un carcamal), le cogió las manos a María y le dijo: “Mamá, nunca comprendimos por qué nos abandonaste …” y el niño se puso a llorar como un niño cuando deja la teta…
– Todos nos levantamos y nos fuimos a otra mesa… los dejamos solos, a madre e hijo, pensando en la fuerza de los hilos que la maternidad ejerce sobre todos los humanos en cualquier condición.
– Ininteligible pero cierto, es ésta una historia sin final conocido, pero me ha parecido, aún y así, digna de mención aún y sin entender su fondo la cual, seguro, tiene su mensaje o eso quiero y deseo creer.
Hola Enrique, ¿qué tal amigo? Percibo más de un mensaje en tu curiosa historia, aunque si tiene aspectos puntuales muy conocidos: machismo, falta de comunicación, errores garrafales y, por otro lado, valentía, aciertos, amor a toda prueba. Menos mal que existen mujeres que son ejemplo de templanza y esfuerzo por superar el maltrato y la desdicha. Ella logró, no obstante la huella de su pasado, rearmar su vida y ser una persona con una vida estable y feliz, lo cual es lo más meritorio de esta historia, desde mi visión. Creo que tras la reacción de ira y de ofensas, casi siempre hay un niño herido y quiero creer que ellos dos finalmente tuvieron una conversación positiva, desde el corazón.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para ti amigo, espero te encuentres muy bien.
Paty
Gracias, Paty, voy resistiendo como un valiente lleno de valor, fuerza y amor. Hecho un chaval.
EliminarGracias por tu brillante y sensible comentario, amiga Paty. Un honor verte escribiendo por aquí.
Un fuerte abrazo.
Ojala se hay re encontrado con sus hijos y estos la hayan entendido. Te mando un beso.
ResponderEliminarEso esperamos todos, amiga Judit. Todos deseamos que así haya sido.
EliminarUn abrazo, escritora
Una historia "entrañable", al final de la historia...
ResponderEliminarY sí amigo Enrique, aunque tarde, y una vida perdida, por parte de todos, la fuerza de los hilos de la maternidad/paternidad condiciona al ser humano.
Si bien no siempre da oportunidad de demostrarlo.
¡La vida es así!
Llegar a conocerla en su parte más profunda, un don!
Fuerte abrazo.
Sí, así es, amigo Ernesto, no siempre se tiene esa oportunidad, pero es tan deseable esa entrañable relación con nuestros padres, que no hacerlo o no poderlo hacer, es un castigo, lo contrario, dices bien, un don.
EliminarUn fuerte abrazo.
Una historia conmovedora sin dudas, qué habrá pasado para que dejara a sus hijos también? La vida tiene estos misterios, lo bueno es que al final su hijo pudo decirle de su dolor, un abrazo Enrique!
ResponderEliminarSin duda, se trata de una previa historia de maltrato machista del que los hijos no fueron capaces de advertirlo nunca.
EliminarUn abrazo, Maria Cristina.
Es duro huir de un maltratador y que tus hijos te pidan cuentas. Tiene que ser horrible tener que dejar los hijos. Es cuestión de vida o muerte.
ResponderEliminarUn beso.
Esa es la esencia del problema que a ella la alejó de sus hijos y de su vida. Así es, Ilduara, una dura historia incomprendida, una más, del maltrato machista.
EliminarUn abrazo de lunes.
Vaya si es una historia iterativa. Cuántas mujeres han pasado por esta situación, incomprendidas por su propia familia fente a la dura situación de un marido patriarcal y sometedor. Creo, que los hijos reciben esa cultura patriarcal, y no entienden la actitud de liberación, tomada por María que, frefrió dejar a un lado una falsa idea de estar bien, siempre y cuando no tengas que opinar, y acatar lo que el patriarcal esposo ordene.
ResponderEliminarUN abrazo. Carlos
Eso creo, Carlos Augusto, los hijos reciben esa cultura patriarcal, y no entienden la actitud de liberación, tomada por la madre. Un caso muy repetido y hasta yo dirísa que en la sociedad actual no decae.
EliminarUn abrazo, escritor.