01 marzo 2033
- Encontré a un viejo amigo, algo tumbado, al pie del Castillo de Santa Bárbara, estaba bien; viejo, pero elegante; desnudo de amores, pero luciendo sus viejas arrugas como un señor; sus hojas seguían frescas y acogedoras marcando el camino de la luz; la riqueza de su diálogo me hacía, siempre, volver hasta él para hacerle la misma pregunta cuando surgían las dudas, mes a mes, año a año, tal y como lo hacía Benedetti al terminar su "bienvenida": "Sé que voy a quererte sin preguntas, sé que vas a quererme sin respuestas"
- Él, sin que nadie pudiera oírle, me contestaba siempre: "Por eso vienes, Enrique".
- Pasé junto a él, no me reconoció ... pero al alejarme me pareció oírle decir: "Ya no te hace falta, Enrique".
Hubo un tiempo en que los árboles daban cobijo a los secretos que no podíamos contar y necesitábamos comunicar a alguien que no hablase nunca más del tema. El tiempo da respuesta a muchos de los avatares de nuestra vida que dejamos reposar en los árboles.
ResponderEliminarViene a mi memoria una escena de la película "Deseando amar" en la que el protagonista deposita una pregunta en el agujero de un árbol y tapa este agujero para que el secreto permanezca allí.
Un beso.
Si no recuerdo mal esa era una gran película de cuando Hong Kong era independiente. Era cuando me gustaba ir al cine, igual que ahora, pero ya no es lo mismo, moverme es un mundo.
EliminarAy, Ilduara, cuanta razón tienes, tengo variuos árboles repartidos por la ciudad que son o han sido mis confesores. El último es un tal "Cohonesto" con el que he mantenido largas conversaciones y, además, he escrito mucho sobre él (https://etfreixes.blogspot.com/2009/09/20-septiembre-2009-cohonesto-sigue-bien.html ). Son indispensables en nuestras vidas.
Un abrazo, Ilduara.
Cuando he leído ese final he sentido tristeza, y he sentido alegría.
ResponderEliminarHe sentido tristeza, porque dejar de necesitar a alguien que es buena persona, que resulta entrañable, que siempre tiene algo que mostrar o enseñar, siempre me ha parecido triste. El viejo profesor siempre será el viejo maestro lleno de sabiduría para regalar... y siempre irá un paso por delante de mí (o cien). Siempre habrá algo nuevo que aprender.
Y me he alegrado, porque es una forma de decir que la semilla de la sabiduría ya brotó en tí, y que tu mismo serás el hacedor que haga las preguntas necesarias y dé las respuestas adecuadas.
Y sabes algo más amigo mío??? Cada día se me hace más claro que la sabiduría sin tener con quien compartirla (enseñando y aprendiendo) no es nada: es ceniza de una esperanza... No, ser sabio no es lo que más me importa. Solo un buen amigo...
Vuelan las reflexiones, Enrique... Esto es lo que siembras!!! Así llegarán las buenas cosechas...
Un enorme abrazo, querido amigo!!!
Gracias, Emilio. Eres realmente un gran escritor, tienes escritas frases que son para guardar. Hoy me quedaré con una de ellas, es de esas que puedes aplicar a tantas y tantas situaciones que será muy usada: "Cada día se me hace más claro que la sabiduría sin tener con quien compartirla (enseñando y aprendiendo) no es nada: es ceniza de una esperanza."
EliminarUn abrazo, muy fuerte, amigo y poeta enamorado.
Preciosa frase y muy difícil de llevarla a cabo.
ResponderEliminarEso creo, Tracy, pero hay quien consigue aplicarla, pocos, pero los hay.
EliminarFeliz jueves, ya te veo jueveando.
Hace poco, volviendo a Twitter, por ahí me apareciste, visité tu perfil y vi un poco de lo que publicas quise, pero me dio pena saludarte, no quería invadirte y me retiré sin hacer ruido. Pasa que todas tus publicaciones son tan profundas y llenas de serenidad que apetece venir a perderse; y encontrarte en otro sitio fue alegría
ResponderEliminarAbrazo, Enrique
Gracias, MdN, un honor que hayas podido verme en Twitter y que te haya proporcionado alegría. Escribo mucho en Twitter, pero, aunque tengo algunos seguidores, apenas nadie me cuenta nada. Atrévete. Yo he intentado encontrarte, pero hay media docena o más, de MdN en Twitter.
EliminarAbrazo, MdN.
Precioso el viejo árbol inclinado para dar más sombra a los paseantes, hermosa frase, Enrique, un abrazo!
ResponderEliminarGracias, María Cristina. Un gran vegetal amigo.
EliminarFeliz jueves.
Quizá lo dijo con el corazón.
ResponderEliminarSaludos.
Más que probable, TS. Quedamos como amigos.
EliminarFeliz noche, compañero
Yo últimamente necesito nuevas preguntas (creo que todos las necesitamos, pero me hago cargo y lo asumo personalmente) porque las respuestas para todo son tan parciales y decadentes...
ResponderEliminarAbrazazo inspirador amigazo Enrique...
Hay momentos y momentos, que al final de tu vida y solo entonces, descubres que fueron vitales para haber podido llegar hasta dónde estás sin muchos daños.
EliminarUn gran abrazo, amigo Perrotti
Uy como siempre me sacaste un suspiro. Te mando un beso.
ResponderEliminarEres un encanto, Judit.
EliminarGracias, te deseo un feliz viernes.
Los viejos arboles nos reciben con sus historias y a veces son parte de nuestras vidas, ellos saben, no hablan, no preguntan, pero saben.
ResponderEliminarAbrazo.
Dices muy bien, María Rosa, no preguntan, pero saben.
EliminarFeliz viernes.
Creo que la mejor forma de saber que hemos cumplido bien nuestra misión en este mundo, al menos una de varias, es que muchos nos quieran pero nadie nos necesite. Eso siento con respecto a mis hijos. Creo que todo lo que quise transmitirles de valores y conductas, ya lo hice, primero les di raíces y luego alas, hoy vuelan alto y pueden hacerlo por su cuenta, sin miedo, sacando sus propias conclusiones y repitiendo la dinámica amorosa de formar a otras almitas que están sumándose a la familia. Con los amigos/as debe ser igual, se les va a extrañar cuando no estén, pero nos quedaremos con el tesoro de su sabiduría y simpatía en el corazón, por siempre.
ResponderEliminarUn gusto leerte y sumergirme en la situación, tan bien expresada amigo. Un gran abrazo.
Paty
Escribes como los ángeles, Paty, tu experiencia es un tesoro que es envidiable para todo aquel que pueda sentir como lo haces tú.
EliminarUn abrazo, feliz viernes.
Amo los árboles querido amigo Enrique, desde niña subía por sus ramas hasta llegar a lo más alto, luego bajaba y me quedaba sentada en las ramas más gruesas. Allí sentía su voz de madera y, muy bajito le comentaba de mi vida...todavía hablo con mis árboles. Nunca terminamos de aprender de su enigmática sabiduría.
ResponderEliminarAbrazos querido Enrique
Pues yo pienso y hago como tú. Hablo con ellos, tengo varios repartidos por toda la ciudad y los visito cuando puedo (ahora es casi imposible) y si no puedo veo los cientos de fotografías que les hacía cuando podía ir a verlos con regularidad. Cuando digo que hablo con ellos, me llaman loco.
EliminarFeliz viernes, Tatiana.
Hermann Hesse, en su libro "El caminante" hace la afirmación más determinante sobre los árboles.
ResponderEliminar"Los árboles han sido para mí los predicadores más eficaces."
"En sus copas susurra el mundo, sus raíces descansan en lo infinito, pero no se pierden en él, sino que persiguen con toda la fuerza de su existencia una sola cosa; cumplir su propia ley, que reside en ellos, desarrollar su propia forma, representarse a sí mismos. Nada hay más ejemplar y más santo que un árbol hermoso y fuerte."
Abrazos amigo Enrique.
Leí ese libro a finales de los 80, es de lectura imprescindible.
EliminarGracias por recordarlo, Ernesto.
Abrazo fuerte, Ernesto
Y así es Enrique. Ya no te hace falta. Ese viejo pino con sus "huesos" doblados se sigue viendo precioso. Sabes, me encanta abrazarlos. Me parece que nos transmiten energía.
ResponderEliminarBuen viernes también para ti.
Un abrazo.
Así es, Laura, sienten y hablan en su idioma. Yo suelo poner la mano sobre ellos y cierro los ojos ... escucho.
EliminarFeliz sábado.
Enrique, yo tengo un pino al que siempre le he contado mis cuitas (y escuchado las suyas, los árboles también hablan). Está en lo alto de un monte, solitario, junto a una sima. Hoy está tumbado, murió hace años, quizás derribado por un rayo, pero sigo visitándolo con frecuencia. Su tronco sigue escuchando con atención mis peplas, y me parece que me contesta. Nunca lo olvidaré, a él dedico el título de mi blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sorprende que no esté solo en mis conversaciones con vegetales. Mi amigo el Párroco me dice (cuando se lo cuento), que lo que realmente hago es hablar conmigo mismo, Diego. Así somos.
EliminarUn abrazo.