27 diciembre 2022
- Por estas fechas me encanta contar alguna de mis viejas historias y hoy le tocó a esta que, por su similitud con otras parecidas, bien pudiera parecer la misma.
- Adolfo, como todas las Navidades desde que enviudó, las pasa solo. Su hija vive en Madrid, pero este año, como todos los últimos diecisiete, (desde que se casó la niña), las celebran en casa de sus suegros en Birmingham de donde es su querido marido. A Adolfo nadie debe recordarle que cuidó de su mujer y su hija con dedicación. Su empleo de funcionario municipal en un pueblo de La Marina y su propia peluquería unisex, donde él acudía todas las tardes a cortar pelos a los más menudos, le dieron una economía con la que se permitió que su niña se fuera a estudiar al Reino Unido donde acabó echando raíces casándose con un diplomático de altura.
- Ella, la niña, nunca tuvo un afecto especial con su Padre y aunque sí con su Madre, su estatus social no le permitía mostrarlos en público con frecuencia alguna, dada la "baja estirpe" (a juicio de la niña) de sus ancestros.
- Poco a poco, Adolfo se fue quedando sin hija y de un tremendo accidente quirúrgico, desde hace diez, se quedó sin su amada y amante esposa, Adela.
- Adolfo es un lastre para Sociedad de su entorno, solo los amigos del Ateneo le hacen un hueco todos los días para que muestre su afable carácter, su voz de barítono aficionado cuando se tercia, y su maravillosa forma de interpretar y recitar los poemas de cualquier maestro de la literatura hispana. Pero cuando llega Navidad cada gallina se oculta en su corral y Adolfo se queda solo ... con sus pantuflas, su manta a cuadros sobre sus enfermas piernas y su mando de la tv como único amigo para pasar su Nochebuena y su Día de Navidad.
- Pero el sábado pasado, de madrugada, algo raro parecía suceder en la mesa del rincón bajo ese inmenso cuadro de algún ilustre "nosequién". Estaba nuestra inefable Loli cogida de la mano de Adolfo. Los dos sentados uno al lado de otro. Ella parecía hablarle y él con la cabeza baja parecía llorar, pero parecía que lloraba de alegría. Me acerqué, me senté con ellos, pregunté y, la Loli, mirándome como solo ella sabe hacerlo, me dice ..."Le he dicho que se venga a pasar las Navidades con nosotros, con toda mi familia y que somos un montón y que donde comen doce, comen trece, y el muy tonto se ha puesto a llorar".
- No hará falta que explique nada más, sólo que la emoción del momento me arrasó como un vital y emocional tsunami de luz, de bondad y de muy deseable humanidad que hizo, en un gesto reflejo, unir mi mano a las suyas, bien unidas por una causa común ... la solidaridad ... eso, como decía una buena y virginal amiga mía, hace ya muchos años, es como bailar en la oscuridad sin necesidad de ver.
Un gozo de escrito amigo Enrique, que no deja indiferente....
ResponderEliminarSobriedad y sencillez estilística que se agradecen, así como su contenido formal y equilibrado. Poco más que añadir. Sí agradecerte este momento de rica lectura.
Un abrazo grande y navideño.
Gracias, Teo, eres muy amable.
EliminarFeliz noche.
"...es como bailar en la oscuridad sin necesidad de ver." Qué bella frase, amigo!!! Qué belleza de imagen cuando hablamos de diluirse en un sentimiento de felicidad o plenitud!!! Para no olvidar...
ResponderEliminarDuele la historia que cuentas... Y alegra la historia que cuentas... Porque, además, la cuentas con una sensibilidad que se prende al corazón rapidamente. Y emociona!!!
Sobran más palabras, cierto??? A buen entendedor, pocas más hacen falta. El egoísmo impasible de unos, la cálida solidaridad de otros, la soledad que aprieta, ese vivir acompañado solo de los buenos recuerdos...
Pero hay algo que me alegra de Adolfo, y de todas las buenas personas que pobláis este mundo, Enrique: que las personas que sois realmente buenas nunca os falta la compañía de vosotros mismos. Y lo digo porque no hay soledad más agría que la de quien está solo y no supo ir más allá de su ego(ismo).
Gracias, una vez más, por todas estas experiencias que nos cuentas, y que tanto nos emocionan.
Y un enorme abrazo, querido amigo!!!
Ay, amigo Emilio, me emocionas tú a mí con tus halagos, tus bonitas palabras ante las que quedo tremendamente agradecido. Las cosas suceden, contarlas es otra cosa, querido amigo.
EliminarUn abrazo agradecido, Emilio.
Haber si cunde el ejemplo, porque existe más gente sola que acompañada, pasando las Navidades.
ResponderEliminarDios te oiga, Tracy.
EliminarPobre Adolfo que hija más ingrata. Siempre e s bueno dar y en especial en navidad. Te mando un beso.
ResponderEliminarHay tantos Adolfos que da miedo ver la tendencia egocéntrica con que se manifiestan las sociedades de hoy, querida Judit.
EliminarUn abrazo, escritora.
No cabría negar la relevancia de esta historia, amigo Enrique. Así como su forma de expresarla... Con gran humanidad!
ResponderEliminarLa realidad que expones, la soledad..., se ve compensada, en esta ocasión, y no es muy frecuente, por la solidaridad de esa mujer.
Es lo que tiene la modernidad, Enrique, y en ciudades más. Estamos en ella. ¡Bienvenida en lo que de bueno trae. Mucho y bien! Pero ya serán otros los que tengan que bregar con ella.
Las entrañables épocas del ayer, no están hoy en el mismo valor.
Chin Chin! Con champán fino brindemos por el nuevo año.
Fuerte abrazo.
PD: San Antoni. 1957. Con mis 9 años corría por la calles viejas de Dalt Vila.
Puse la fotografía pensando en ti, Ernesto.
EliminarNo me extenderé mucho, tu comentario es brillante, completo y oportuno. Me quedaré con un pequeño párrafo de tu comentario: "Las entrañables épocas del ayer, no están hoy en el mismo valor".
Feliz año nuevo, querido amigo
Emociona esa historia.
ResponderEliminarLo de los hijos desagradecidos va camino de convertirse en plaga... qué pena.
Saludos.
Así es, TS, así es. Cruelmente cierto.
EliminarSigamos nuestras vidas de la mejor forma posible.
Qué triste será tarde o temprano la vida de esa hija... Lo bello es confirmar, una vez más, que ustedes amigos (Enrique, Loli, Adolfo y demás tertulianos) se tienen a ustedes, millonarios en afecto, solidarios de los que afortunadamente todavía quedan...
ResponderEliminarAbrazazo hasta vos, Enrique y demás tertulianos. Feliz Año Nuevo. El mejor 2023 para ustedes, los vuestros y todos lo que quieran...
Abrazo bien argento de corazón!!
Este mundo de hoy, a veces, ya no parece el nuestro, amigo Carlos, a veces recuerdo lo que decía mi abuelo: "Para que todo vaya bien, cuando las cosas van mal, se trata de volver a empezar."
EliminarDeseemos que no sea necesario por el bien de las generaciones futuras.
Un abrazo muy fuerte