miércoles, 9 de febrero de 2022

Me acordé de él, murió mi soldado de la Policía Montada de Canadá


09 febrero 2022

- Llevaba un buen rato dormitando y mi sueño se trasladó a donde siempre está, en el aire y en la imaginación de lo esencial.

- Soñaba que algún día sería un soldado tan grande y tan fuerte como aquel de la Policía Montada de Canadá que yo tenía entre mis juguetes en los 50. Un día un Sioux de los del ejército de mi hermano lo mató y yo tuve una pena tan grande que nunca recuperé las ganas de volver a jugar a las guerras.

- Hoy ya no juego a los soldados de plomo, ni me gusta verlos, pero de aquello me quedó una tremenda afición por la visión de todas aquellas películas de la segunda guerra mundial en la que los malos eran malísimos y los otros, los que decían que eran los nuestros, eran buenísimos. Eso ha ido mejorando con el tiempo, por eso de las últimas que he llegado a ver y cuyo video guardo en mi memoria y en mi videoteca, es la Lista del “Chinnle” como dirían mis adorables huertanos de la Huerta de mis amores.

- ¿Y por qué me gustan tanto esas películas no siendo, ni habiendo sido nunca, un belicista declarado? 

– Pues seguramente me gustan porque enseñan las miserias de los humanos y de lo que somos capaces de hacer y sobre todo me gustan y me gusta, que todo el mundo las vea, porque enseña lo que no hay que hacer. Esconderlo no es el camino, por eso cuantas más se hagan sobre lo que pasó, creo que evitará que en el mundo siga existiendo ese enfrentamiento crucial, en los que siempre se crean los necesarios dos bandos según las necesidades de unos y otros. Poder y la economía del poder, ese será el problema, pero ¿dónde quedan las libertades?

- Mientras leo que no hay prensa diaria sin sucesos de sangre por gente que mal interpreta la defensa de sus ideas, me hago la pregunta que se hacía hoy un buen amigo, hablando de una hija muerta en un acto equivocado: ¿Y yo que no he hecho para estar aquí y tu no?

- Este post se ha escrito en homenaje a ese niño que un día tuvo el mundo a su alcance con su ejército y prefirió conquistarlo con la voz, con los gestos y con las ideas, antes que con toda la fuerza militar que disponía. De nada, me he enorgullecido nunca tanto.
..


8 comentarios:

  1. Es verdad, me acuerdo de los siux y los americanos que tenía mi hermano y con los que se pasaba las hora muertas jugando.

    ResponderEliminar
  2. A mi esas películas no me gustaban pero mi papa y mi hermana les encantan. Te mando un beso y siempre es mejor la paz que la guerra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Guerra y Paz, la historia del mundo, Judit.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Que bonito es recordar viejos tiempos, momentos que dejaron huella en nuestra vida.... Saludos amigo Enrique.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es tan bonito como inevitable, Sandra. Gracias.
      Un abrazo de jueves.

      Eliminar
  4. Aún tengo mis indios, cowbows y soldaditos (vibro como antaño con sólo verlos; como me ha hecho vibrar tu relato) ...aunque "tengo" es una forma de decir puesto que se los he legado a mi hijo... que a su vez ha coleccionado todos sus superhéroes y monstruos y robots desde muy niño y los guarda para sus hijos... ¡Mis nietos abrirán una juguetería, Enrique, o venderán todo y se harán millonarios!

    Abrazo agradecido, amigo, y perdona la demora en venir a disfrutar tu relato.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estás perdonado, siempre, Carlos P, todos lo estáis, este es un mundo virtual que se atiende cuando se puede pues es muy fiel, se queda siempre ahí, esperando, de día y de noche, no tiene prisa, ni fecha en el calendario que le apremie.
      Lo de los soldados de plomo o de plástico muy duro, fueron todo un mundo para nosotros, somos, al menos yo por edad lo soy, de una generación única.
      Un abrazo, amigo, de aquí para allá, fuerte y tenso, como un revés de Nadal. siempre acertado.

      Eliminar