lunes, 5 de julio de 2021

Juan, Pepe, la revelación y una mañana de relatos, una más.



05 julio 2021

- Estuve charlando con Juan un buen rato, algo de nuestras correrías por las obras de media España, algo de fútbol, de la hija de Leonor que a sus cincuenta y pocos está para escribirle un libro de poemas, por ejemplo, pero al rato, Juan ya no atendía a razones, su nuevo estatus de viudo y jubilado lo está matando y no sé si conseguiré que remonte el vuelo o entre en el carril de las sensaciones para querer vivir. 

- Hoy, al segundo café con algo de quemar, y en medio de uno de nuestros Remakes de siempre, me hace una revelación extraordinaria que me ha hecho tragar saliva. Me ha dicho con voz casi imperceptible y mientras dirigía su perdida mirada al infinito exterior:
"Te contaré algo, Enrique, que nunca he podido quitarme de la cabeza. Siempre quise despedirme de mi Padre pero no pude porque nadie me advirtió que tenía un cáncer de colon. Él, mi padre, lo llevó en silencio para no hacer sufrir a nadie de la familia y especialmente a mi madre que luego, como debía haber imaginado, lo supo siempre. Yo ya tenía muchos años, estaba independizado, pero debía haberlo sabido. Me hubiera gustado poder disfrutar de sus últimos años."
- ¿Juan, estás bien?
– No.

Y Juan se ha marchado, según me ha dicho, a la Iglesia a rezar ¿¿??. Juan es así, es, seguramente, el último de su especie. Le gusta sentarse en un banco de la Iglesia y aunque no haga nada más que pensar, dice que allí se encuentra consigo mismo. Pepe, el sindicalista hasta la muerte, que estaba sentado a mi lado, bastante más pragmático que cualquier otro ser que yo jamás haya conocido, me ha dicho, con su amarillento pitillo en boca:

 “A qué viene contarnos eso hoy. Este tío es gilipolla, Enrique” 

– Y yo, con la mirada fija en la espalda de Juan, al que veíamos alejarse, le he dicho: 

¿Tú crees, Pepe?