Viorica
27 octubre 2020
Mal día hoy, llevo un retraso del “carajo”. Resulta que, hoy, Pepe ha pedido ayuda y hemos tenido que echarle una mano aunque al principio lo que pensábamos era matarlo o algo así. Vienen sus dos hijas desde Bruselas, que es donde residen y laboran como funcionarias de no se qué autonomía y que al parecer acabarán pronto en otro destino y él se teme lo peor. La dos niñas tiene novios muy rubios y muy ricos, según dicen ellas, pero prefieren ir a pasar este fin de mes en Alicante con sus padres, pues como viven en la Playa, ¿donde iban a estar mejor?
¿Dónde está el problema, Pepe?, le pregunta la Loli – Pepe se explica con claridad: “Pues que las niñas no saben que Merche me echó de casa hace 9 meses y lo que quiere Merche es que hagamos el paripé y si le hago caso, entonces, la Viorica dice que me deja, que ella es muy celosa y que no aguanta una semana sola y menos sabiendo que yo estaría durmiendo con Merche, dice que no se fía de ningún hombre y mucho menos de mi”. Y es ahí, justo ahí, donde se nos ha pasado por la cabeza despellejarlo o algo así, pero NO, hemos hecho un asqueroso gesto de corporativismo machista y nos hemos puesto a darle soluciones. Antoine, que a sus 73 es mas golfo que nadie de todos los pieds noirs de la Playa y que todos nosotros juntos, (por supuesto), se ha ofrecido a hacer de novio de la joven Viorica y hasta de hacer un curso rápido de rumano para ello, de modo que como Pepe y Antoine son como hermanos podrían salir juntos, las “dos parejas” y las dos niñas con sus dos rubios. Pepe se ha puesto como una perra en celo y … bueno el caso es que hemos empezado a buscar soluciones, pero eso ya no interesa contarlo aquí, lo que importa es saber que el asunto, lo de echarle una mano a un amigo, a veces, te estropea el día y eso es lo que quería contar, que hay que hacerlo aunque te jorobe.
Sed amigos de vuestros amigos y no los dejéis nunca en la estacada y si tenéis que sacrificaros, pues nada, tomad ejemplo de Antoine que siempre está con la escopeta cargada, perdonad, pero acordándome de su ofrecimiento, el de Antoine, y fijándome en la cara de Pepe, me está entrando una risa floja que no la puedo reprimir …
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