domingo, 4 de octubre de 2020

Sin ganas de futuro, viven el Carpe Diem y empapados en alcohol: ¿Es esa la juventud que tenemos?



04 octubre 2020

Me dio un imprudente ataque de vejez y …

Cuando veo a una criatura que va sentado en el Bus, manejando el dichoso smartphone, con los pies puestos en el asiento de enfrente, sin ver a nadie, ni a nada, y que te mira con cara de mala leche porque le has hecho quitar esas caras y sucias, Nike del asiento; cuando veo a un niño que no quiere comer porque no le gusta la sopa y se le remedia su ansiedad con ganchitos o patatas fritas de bolsa; cuando observo que un joven funcionario se vanagloria de que ha cogido el turno de noche porque así, duerme más, y solo trabaja tres días a la semana; cuando veo a un hijo de su madre decirle a un anciano: “Viejo, ¿me vas a pegar o qué?” porque le ha llamado la atención al tirarse a la piscina comunitaria haciendo la bomba; cuando veo que una muchacha prefiere dejar un empleo porque la hacen limpiar las papeleras propias por unos miserables 800 €/mes; cuando me aterrorizo porque un adolescente te levanta el puño porque le llamas la atención al aparcar su flamante coche pequeño y negro, sobre un paso de peatones; cuando te das cuenta que si viene de frente una pareja joven en una acera estrecha, te tienes que apartar a riesgo de que te arrollen, a pesar de llevar tu visible gayato; cuando veo esos “inestimables” y escasamente controlados, espectáculos nocturnos donde nuestra juventud se empapa la vida y la salud en alcohol; cuando veo a ese profesor indefenso llamando la atención de los padres sobre el comportamiento animal de sus niños sin éxito alguno; cuando veo ese juvenil desprecio por el valor de las cosas, de los sentimientos, del respeto, de la fidelidad, de la responsabilidad; cuando veo “jóvenes” con casi cuarenta años durmiendo en casa de Papá hasta las doce;  cuando veo que …. no sigo, pero es justo creer, entonces, cuando pienso, que algo hicimos mal. Sin duda.

Me consolaba y criticaba, sutilmente, un veterano y joven, amigo, hoy de madrugada, diciéndome: No, Enrique, no es que te hayas hecho viejo, que también, es que cuando entras en años no te acuerdas de cuando eras joven o es que no te acuerdas de …” – “Vale, vale, vamos a dejarlo” - le dije.

De nada ha servido que le dijera aquello tan socorrido de: Hombre, aquello no era lo mismo …

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