miércoles, 9 de septiembre de 2020

Aigor, el ron y las terribles madrugadas

Edvard Munch



09 septiembre 2020

Me senté frente a él e inmediatamente empezó a contarme cosas ... sus cosas. Igor, (Aigor para los amigos), recordaba sus tiempos en la Rusia más fría y tras un par de copas de Ron Barceló a pelo, contó que había dormido en un apartamento de El Campello con una chica de Rumanía que sirve copas en un bar de lucecitas en la carretera a La Vila ... "casi me muero, Enrique, pensé que era como la hoja de un árbol. La chica que es poeta y escritora de profesión, al margen de sus alegrías nocturnas, me dijo: "Aigor, tú eres para mi como la hoja perenne del árbol de mi jardín ... nunca verás el final del otoño" ... y yo me acongojé tanto que salí corriendo sin apenas despedirme. Lo peor fue que al salir pasé por delante del dichoso árbol y me vi allí ... colgado por los pies. ¿Será una premonición, Enrique?"

Cogí a Aigor por los hombros, le dije ... ¡mírame, Aigor! ... ¡no bebas más, leñe!  - Entonces Aigor se puso a llorar y a soltarme baba y lágrimas en mi hombro pues se abalanzó sobre mi como pidiendo un abrazo ante el que yo, lógicamente, no pude negarme. Cosas de la madrugada ... quizás deba madrugar menos.




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