martes, 19 de abril de 2022

Mi abuelo y Siscu, el pollero del Borne


Barcelona antigua - Mercado del Borne

19 abril 2022

- Deseando que las primeras luces del día alumbraran por las rendijas de los postigos de la ventana del dormitorio que daba al patio para alzarme con toda mi fuerza infantil. Hoy es sábado, nos vamos al Borne con el avi, (abuelo), al Mercat del Born, una locura como cualquier otra. 

- Había que llegar temprano, levantarse temprano, terminar temprano. Bullicio, voces ofreciendo productos y precio de todo tipo, halagos, empujones, colas, refriegas inoportunas.

- Allí tenía yo un amigo, un veterano pollero, un gran amigo. Él esperaba que llegase, siempre, para darme lo que me tenía guardado por especial encargo de mi abuelo Enrique, que era el Rey del Mercado: “Toma, Enric, ahí tienes tu media gallina, cómetela entera, que no me entere yo que te dejas nada” 

– Sábado tras sábado, allí estaba yo, con mi bolsita, cogido de la mano de Él, nos recorríamos medio mercado, de tienda en tienda, de encargo en encargo, pero nada era igual como lo que yo sentía al llegar a la tienda de Siscu, el pollero más simpático y locuaz que jamás nadie haya conocido. 

- Mi abuelo un mal día nos dejó, pero yo seguía fiel a mi cita, ya tendría unos quince y seguía con placer y especial esmero mi ruta de los sábados hasta que un día Siscu no estaba en la pollería, tenía la persiana bajada: “Cerrado por defunción del dueño”.

- Volví un par de sábados más, nunca pregunté, pero lo vi, me di cuenta de que eran otros, ya no tenían la misma gallina, ni guardaban encargo alguno, lloré, lloré mucho, pensé que el mundo empezaba a terminarse o peor aún, empecé a entender que de aquellos paseos en el Borne ya solo quedaba yo, pero me di la vuelta y me quedé con lo mejor, con el recuerdo, su recuerdo, y con toda una vida por delante para vivirla y para recordar cuan feliz fui y sigo siendo.


16 comentarios:

  1. También yo recorría con mis abuelos el mercado de Noia, Galicia, a la edad de 8 años. Y también allí había ese ambiente que relatas con tanta precisión y encanto. Debe ser cosa de la edad y circunstancias. No veo yo que mis nietas vivan sus vivitas a las grandes superficies comerciales de hoy como nosotros antaño aquellas reuniones de gentes diversas, dinámicas y entretenidas...

    Debe ser cosa de la edad... vivida! No tanto la que marca el calendario.

    El recuerdo sí... Recuerdos eran los que tenía esta mañana mientras preparba el té. En este caso no eran mis abuelos, o por lo menos no tanto.

    Mi mente voló a Santa Marta del Tormes. Allí pasé el verano del 64. Recién finalizados mis estudios. ¡Toda una aventura!

    Y allí estaba él, el tío Chan. El patriarca de la familia que me acogía. La relación venía de nuestra estancia familiar durante un año en ese pueblo unos once años atrás.

    El primer día, recorriendo parte de sus inmensas tierras de cultivo, me dio una lección sobre los vientos que recorrían la comarca...

    Los alisios soplan...

    Abrazos Enric.

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    1. Gracias, Ernesto. Lo cierto es que, (dándote toda la razón), cada vez más mis recuerdos se hacen más presentes y con ello aquella vieja teoría que defienden los informáticos de hoy cuando hablan de los discos duros, que nos acordamos mucho más de lo que pasó hace muchísimos años, que de lo que nos pasó ayer.
      Lo cierto es que me encanta recordar y aún me encantaría mucho más podérselo contar a mis nietos de los que me estoy perdiendo una importante parte de su vida por culpa de la pandemia, de mi EPOC y de mi FSHD, que no me permite verlos en espacios cerrados y sin mascarilla.
      En fin, Ernesto, es cierto, los alisios soplan...

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  2. Que recuerdos más bellos nos narras, Enrique. Aún conservan el calor que sabes trasmitir. Un gusto leerte, amigo.

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    1. Gracias Castelo, la nostalgia es eso que nos hace encontrar esos momentos felices que un día vivimos, aunque no siempre sepamos recordarla como fue sino como la imaginamos.
      Un abrazo fuerte.

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  3. Hay recuerdos que quedan grabados de una forma muy especial.

    Un abrazo.

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    1. Muchos, Alfred, muchos. Lo mejor, lo cual no siempre sucede, es adaptarlos a como creímos que fue y con eso aún nos hace sentirnos más felices.
      Un abrazo.

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  4. Enrique, qué bueno que tenemos cosas que contar que nos ataban a una tradición, a una costumbre. Ahora los jóvenes no tienen nada que contar, no tienen vida. Un abrazo. carlos

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    1. Un problema, amigo Carlos P, de estas nuevas generaciones. Como cuenta Ignatius Reilly en el libro "La Conjura de los necios", hablando de los jóvenes de entonces: "Por el bien de las generaciones futuras, esperemos que sean todos estériles". Una exageración, claro y mucho más si analizamos que se hizo en un tiempo muy anterior al actual, es decir, a esos jóvenes que hoy tendrán mi edad, más o menos.
      Un abrazo fuerte.

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  5. Qué bueno que haya cosas que contar. ESo nos dicen que fuimos y seguimos siendo. Nos atan los recuerdos a un pasado que sea como fuere, ayudamos a construir. Hoy los jóvenes construyen humo. Un abrazo. Carlos

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  6. Sigues siendo feliz eternizando aquí esa entrañable historia, Enrique, como tantas otras antes y tantas más por venir...

    Abrazo con un sentimiento pleno de identificación, amigo!!

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    1. Gracias, Carlos P. Contar historias es lo que me gustaría poder hacer con mis nietos delante. Hoy por hoy, es difícil, pero sé que los tengo ahí. Ellos se acordarán de nosotros cuando sea tarde, a todos nos ha sucedido, a mí el primero que le dediqué una gran parte de mi vida al trabajo.
      Un amable abrazo, maestro y muchas gracias, (como dicen las artistas), por venir.

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  7. Es triste cuando dejas de ver las cosas como un niño. Te mando un beso.

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    1. Es cierto, Judit. Es una pregunta que siempre me hago: ¿Cuándo perdimos la inocencia que no nos dimos cuenta nunca de ello?
      Un abrazo, Judit.

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  8. Así es la vida, Enrique. Entre las muchas facetas de humanos, una es la de recolector de recuerdos. Al principio parece que no pesan. El presente se conjuga más que el pasado, y el futuro se antoja prometedor.

    Pero con el tiempo el futuro cuanta menos de día en día, y el presente se va conjugando menos. Los recuerdos se conjugan en pasado porque los protagonistas ya no estás con nosotros. Y la vida empieza a ser un poco más triste y desconocida.

    No morimos de viejos. Morimos de ausencias...

    Un abrazo enorme, amigo!!!

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    1. Quizás tengas razón, Emilio, en todo y especialmente en esa gra frase: "No morimos de viejos. Morimos de ausencias..."
      Gracias.

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