lunes, 29 de noviembre de 2021

Ayer y hoy, hice lo que aprendí


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29 noviembre 2021:

- Transmitir confianza y apoyo es un logro poco fácil, cuando se es padre la cosa se complica pues se convierte en obligatoria.

- Yo andaba muy bien, aunque era más bien torpe, me ponían de delantero centro al principio, pero mi lugar era la del 5 y ahí acabé. Como los Españolistas Parra, o Bartolí ... o el de mi Padre cuando jugaba, antes de la Guerra del 36, en el Barcelona B de la época.

- Mi Madre, pues ya entonces movía las piernas con cierta torpeza, decía que yo jugaba como el mismo Zoco, el cual era el 6 del Madrid del principio de la era de la TV color, aquella en que descubrimos en que el Madrid vestía de blanco, blanco nieve, como la que se veía en el Bernabeu de la época.

- Pero, antes, en el noviembre del 60 hubo un día especial. No era posible saber si vendría o no lo haría, pues ese día me iban a probar de portero. Eran las cuatro de la tarde en el campo del Gracia, el antiguo Velódromo, yo ya estaba vestido y en el campo. El partido había empezado y estaba esperando que me lanzaran una falta con barrera. Coloqué la barrera, eso a mí siempre se me dio bien, pero de pronto lo vi, más bien los vi, allí estaban Mi Padre y mi hermana, los dos estaban allí, sentados en la grada.

- Lanzaron la falta y la parada que hice fue tan antológica como grande se hizo mi alma por haberlos visto allí. Me sentía fuerte, me sentía feliz, quería que él estuviera orgulloso de mi y así fue. Siempre me sirvió que él, que ellos, él y ella, (mis Padres), se fijaran en mí, siempre los tuve encima y a mi lado. Ellos siempre ejercieron de padres y siempre hicieron eso, tan solo eso, ser padres.

- En el 84, en una mañana como la de hoy y como la del 60, el niño ya era padre y ejerció como le habían enseñado. Sufrí, grité y aplaudí, incluso me metí con el árbitro, no era el Campo del Gracia, era una Cancha en un Colegio de Elche, donde mi niño jugaba como el mismo Epi al baloncesto. Veinte niños, a las nueve de la "madrugada", competían por ganar el partido, lo curioso, como quizás pase ahora en mayor grado, es que solo estábamos allí seis parejas de padres de aquellos voluntariosos y “espartanos” emuladores de los Epi y Corbalán de la época.

- ¿Qué hacíamos allí? – No lo sé, seguramente no podría haber estado en otra parte sabiendo que mi niño tenía partido.

- Esta historia se la conté a un viejo y joven amigo, el martes pasado mientras tomaba mi café en el lugar de costumbre, después que él me hubiera contado y preguntado sobre qué hacer con un hijo que se le estaba descarriando a la corta edad de 12 años, con el que había perdido contacto moral, y físico, pues nunca sabía dónde estaba, ni conseguía que le contara lo que hacía.

- Conté y escuché. Un día más me sentí feliz de serlo como lo soy y de que la vida me haya sido regalada con tanta suerte como tengo para vivirla y seguirla viviendo.



12 comentarios:

  1. Te leo y esta anecdota afirma bastante algo que siempre he pensando y que tanto en mi vida privada como en mis largos años de docencia con niños de preescolar pude de alguna manera "corroborar",(obvio hay excepciones, pero son casos aislados).
    Los hijos a cualquier edad necesitan ser observados por sus padres(en el buen sentido), acompañados en sus tareas escolares,extraescolares, en sus pasatiempos, juegos... Necesitan ser escuchados y cuando no son de hablar tanto , seguro tienen "momentos" en donde "si" hay una disposicion en ellos para abrirse y contar cosas cotidianas( escuela, amigos, novias, problemas).Sucede que en estos tiempos en donde muchos padres delegan sus responsabilidades en otras personas , por ej. abuelos, otras instituciones, por razones de trabajo o lo que fuere, el niño/adolescente pierde automaticamente "esta mirada". Creo que ellos sienten que lo que les sucede "no les importa a sus padres", que sus logros no son valorados..y de ahi muchas cosas que despues lamentamos. Cuando vemos la mirada de un niño que a visto aparecer en un acto escolar a un integrante de su familia, cuando percibimos esa emocion, nos damos cuenta de la magnitud de la importancia en relacion a esa presencia.. y tambien vemos la cara contraria de la moneda...el niño que mira hacia todos lados esperando ver llegar a alguien, y definitivamente nadie llega.. Como padres, marcamos destinos, no hay dudas, solo que a veces nos negamos a aceptarlo y vamos por actitudes mas comodas como decir..."fueron las malas compañias, mi hijo siempre fue rebelde, siempre hizo lo que quiso, nunca me respetó...etc ...etc... etc.. Espectacular entrada mi querido Enrique. Ten un excelente comienzo de semana!Besos

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    1. Ay, Eli, comparto tu comentario al 100%, incluso completa lo que he intenado dejar ver en mi texto de hoy. Gracias, Eli, por tu sinceridad, por tu claridad y tu calidad.
      Un abrazo muy fuerte.

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  2. ¿Sabes que estoy contigo? Es tanto el empeño que he puesto en mis hijos que nunca paro de pensar como podría ser mejor.
    Me gusta leerte Enrique...

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    1. Gracias, Anton, ese sentimiento tuyo es bidireccional.
      Un abrazo.

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  3. Me impactó particularmente tu relato, Enrique, y sobre todo que asumas lo afortunado que eres y que has sido, las experiencias que has recogido, lo mucho que en definitiva la vida te ha dado y que retribuyes dando y enseñando a quien lo pudiere necesitar... Te felicito, amigo.

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    1. Gracias, amigo Carlos P., casi me sonrojas.
      Un abrazo agradecido, poeta.

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  4. Uy eres tan lindo siempre agradecido y esa es la actitud. Te mando un beso.

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    1. Gracias, amiga Judit. Eres muy amable.
      Un abrazo, escritora.

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    1. Gracias, querida Mucha. Así lo veo y así lo entiendo.
      Un abrazo, poetisa de América.

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  6. Todo lo que la vida te da, lo mereces sin duda alguna, que tu felicidad valla en aumento amigo Enrique, saludos a la distancia.

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    1. Gracias, Sandra, cada día rezo por ello y por ella.
      Un abrazo, poetisa.

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