13 mayo 2021
- Una mañana de Mayo de finales de los cincuenta, preciosa, luminosa y fresca como las flores que ofrecía en cualquier vista, me mandaron a comprar carbón que era como se alimentaba el fuego en las cocinas de la época.
- Iba yo con mi bolsa y mi billete de cinco pesetas bien guardado y arrugado, en el puño, cuando, llegando a la esquina de la Plaza del Hospital un hombre muy bien vestido me paró y me dijo en un tono infantil y embaucador: ¿Puedes hacerme un favor, guapo? - asentí, claro, (yo era un niño bueno y muy obediente en esa época ) - pues sube al tercero de esa casa y dile que está aquí su tío de Tortosa ... yo te guardo la bolsa y el dinero
- Subí cómo un poseso y más veloz que un rayo ... llamé y llamé a la puerta del tercero pero nadie me abrió. Cuando supe que nadie me abriría esa puerta, bajé pensando en el disgusto que se llevaría ese amable y bien vestido señor de Tortosa.
- Al llegar al vestíbulo encontré la bolsa tirada en el suelo y ni rastro de mi amable y elegante amigo. Yo tendría unos nueve años.
- Aquel día, seguramente, aprendí algo que nunca olvidaría, di el primer paso hacia el mundo de la convivencia, empecé a conocer lo que era ir solo por el mundo que había detrás de la puerta de mi casa.
ASí, con esas experiencias bruscas, bien lo dices, perdemos la inocencia, y a saber que la sociedad no es tan buena. Una lección de sociología tu texto, que grafica el discurso de Rousseau sobre sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Gracias por pasar por La joroba del camello. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarGracias a ti, Carlos, pasar por la joroba del camello, un placer.
EliminarUn abrazo de jueves
Ese día aprendiste que el mundo estaba perdiendo el rumbo y que había que hacer todo lo posible para reencaminarlo... pero que lo primero, para efectivamente lograrlo, era hacerte fuerte y saber preservarte.
ResponderEliminarAbrazo grande.
Así es, Carlos. Creo que este relato no es más que uno más de los que todos sufrimos o hemos sufrido en nuestra infancia, cuando empezamos a perder la inocencia.
EliminarUn brazo de viernes. Curios, hace poco, no tanto, decir eso de "por fin es viernes" era toda una premonición. Hoy es una quimera.
Esa parte "no tan humana" la vamos descubriendo a lo largo de toda la vida con esos famosos "cuentos del tio" con el que nos embaucan, cuando somos inocentes y cuando ya no lo somos tanto, cosa que da merito del talento de los embaucadores..
ResponderEliminarAsi es...cuando salimos "de nuestra casa"...y comenzamos a ver la vida tal cual es..
Pero por suerte hay de la otra gente...como vos y como tantos, que le dan sentido y color a cada dia. abrazos miles querido Enrique
Gracias, querida Eli. Ser bueno no está de moda, hasta las mujeres prefieren al malo, como han hecho siempre los hombres con las "malas". Una buena amiga, no hace tanto, en eso aplazados viernes la nuit, me dijo: "Mi problema, Enrique, es que siempre me han gustado los hombres un poco golfillos y, claro, así me ha ido y así me sigue yendo".
EliminarEn fin, los buenos y sus comportamientos, no son noticia, normalmente.
No obstante, que vivan los buenos.
Lindo viernes, querida Eli.
Uy que triste historia es terrible cuando dejas de confiar en el mundo Te mando un beso
ResponderEliminarAy, chica sensible, amiga Alexander, a mi me parece una historia cruelmente necesaria. La belleza se puede ver en el alma de aquel niño que, sin duda, ese día, comenzó a perder la inocencia.
EliminarUn beso para ti, también, un beso feliz para quitarte el mal sabor de esta "cruel" historia
Enrique, has vivido amigo y seguirás viviendo experiencias pero ya no como esas del pasado sino de un bello presente que no debemos desaprovechar. Saludos a la distancia.
ResponderEliminarSí, esa escena no me hizo perder la inocencioa completamente, solo me hizo mucho más precavido, Sandra.
EliminarFeliz viernes.