- Un día me enseñaron a bailar, al otro ya lo hacía sin mirarme los pies … y al otro se me olvidó. … “No se te olvidó, Enrique, cierra los ojos y baila ... déjate llevar” ... y mi enquiridión de los placeres aprendidos en mi época menos cuerda, me llevó al placer de saber aplicarme en la danza más sentida, en sus brazos, y con el alma envuelta en los lazos de la ya cuasi perdida memoria.
- Intentaba motivar mi razonamiento zambulliéndome en sus palabras: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma” - Julio Cortázar

No nunca alcanzan, gran reflexión ésta del gran Julio Cortázar.
ResponderEliminarY qué grata sensación leerte en este pequeño relato sobre el baile que nos muestras, Enrique.
Pasaba por aquí y me detuve un rato. Grato así conocerte un poco entre letras.
Que todo vaya bien.
Teo.
Gracias, Teo. Al fondo hay alguna mesa con sillas vacías. Tómate algo.
EliminarUn abrazo.
solo voy a decirte.. Que bonito!!! y sii a veces es taaanto que no se puede expresar.. Una entrada a pura belleza. Linda noche amigo Enrique!!
ResponderEliminarGracias, Eli. Yo solo voy a contestarte: Gracias bonita.
EliminarUn lindo lunes, linda Eli.