lunes, 12 de octubre de 2020

Nada como una buena crisis económica para recuperar el amor filial




12 octubre 2020

En plena gestión de asuntos futuribles, me encuentro a un buen amigo, viudo y jubilado, al mismo tiempo, desde hace ya unos diez años a pesar de su juventud pues no llegará a los 70. Mi amigo me plantea una cuestión en la que se ve envuelto y atrapado y no sabe qué hacer.

La cuestión es que su hija, su querida hija, que estudió y acabó Teleco en Madrid, se casó con un estudiante de derecho que siempre está en último de carrera a pesar de su 39, pero que ejerce de auxiliar, junto a su hija, (la de mi amigo), en una notaría de las de Madrid City. Tienen dos hijos de 9 y 13 años que estudian en Jesuitas, como debe ser, pero ahora están pasando un mal momento pues a ella la han anunciado el despido de su trabajo en la notaría, a partir del día de Difuntos próximo, por culpa del bajón inmobiliario. Pero su hija, que quiere mucho a su padre, ha estado este fin de semana en Alicante con toda la familia, adorando al padre, suegro y abuelo de su vida, “nunca noté como en este fin de semana, Enrique, que me quisieran tanto”, me ha dicho mi amigo. 

Pero la hija, además de mostrar en ese inesperado viaje todo ese vistoso amor filial incontenido, le ha dicho al Padre, (a mi amigo), que “¿por qué no te vienes a vivir con nosotros a Madrid, Papá?” y claro, mi amigo, se le han aflojado los esfínteres del placer y de todo por muy guarro que parezca, cuando  le ha dicho a su hija que BUENO, que SI, pero que a él le preocupaba dejar desocupado el piso de Alicante y, claro, con ello dejaría de ver a sus amigos. Pero su hija, tan atenta siempre, le ha dicho: 
- “No debes preocuparte por nada Papá, hemos hablado con Julia, la que te vendió el piso, que ahora tiene una tienda en La Avenida XXX y dice que por tu piso te darían entre 190 y 220.000 €, según estado y tasación previa que haría su compañero. Mira, ponte que te den 200.000 €, pues lo venderíamos amueblado, con ese dinero podríamos liquidar la hipoteca de nuestro adosado y a ti te arreglaríamos la habitación del bajocubierta que tiene una gran iluminación y unas vistas extraordinarias a la urbanización. ¿Que te parece Papá, llamo a Julia el lunes y se lo digo?” 
Mi amigo lleva los ojos en sangre y está mas nervioso que nunca, lo he llevado a mis cafetulias, ha tomado hoy un carajillo, como el resto de recalcitrantes y agoreros compañeros de tertulia cafetuliana, en eso que ya llamamos “las madrugadas de la nada”, pues es como si no existieran, pero luego se ha tomado una caña y dos trozos de ese brillantoso lomo embuchado de PM, que Juanito sirve como nadie en el mundo. “¿Qué hago, Enrique?” y yo, que soy muy tímido y, a veces, hasta ejerzo de buena persona, le he dicho … bueno, que más da lo que le he dicho, eso ya no viene al caso, ¿verdad?.



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