martes, 20 de octubre de 2020

La enorme y feliz, diferencia entre Empresario y Empresario profesional


Fotografía de Robert Doisneau

20 octubre 2020:  

Buscando una solución a algunos problemas que unos buenos amigos mantienen con sus inversiones, he acabado dándome cuenta que no es oro todo lo que reluce a la luz de la vida, cuando ésta no es tan íntima. Tengo tres casos en las excelencias visionarias hoy, que no me dejarán dormir. Es como si hubiera estado al otro lado del espejo.

UNO
Dinero por un tubo y una vida actual regalada, le llevaron a conocer las excelencias de no haber forjado con tiento las raíces de sus sucesores. “Pero si aún no me he muerto, ¿de qué reparto estáis hablando? ¿De mis bienes?”. La cosa es como para morirse.
La Rioja es tierra de gente dura, y a lo mejor hasta es costumbre ese “hacer” allí, pero, si a mí me pasara algo igual, no sé si lo podría soportar.

DOS
El caso es que mientras uno tiembla por esa situación, descubro la de otro de mis amigos, que con 71, y una vez fundida su fortuna por haber dado un paso de más en el negocio inmobiliario, se ve absolutamente “desquerido” por sus sucesores, otrora inseparables de su entorno y de su fortuna.
El chico no es una joya, precisamente, mas golfo y putero que la mayoría de los de su especie, que ya es decir, pero aunque quiso a su Santa, o por lo menos eso decía, nunca la respetó y le dio disgustos hasta el mismo día de su muerte en que no lo encontraron porque andaba perdido en sus golferías.
A sus tres hijos solo les dio caprichos y algún Mercedes, pero nunca les enseñó lo que era el calor familiar, ni a aganarse el pan. Ni sabía, ni quería.
Ahora anda pidiendo ayuda a la maltrecha S.S. pues se ha quedado inválido de “andar” y no se la dan. Sus hijos andan desperdigados por el mundo y no quieren saber nada de él. Dicen que se lo tiene muy merecido.

TRES
Pero aún hay más. A otro de esos amigos, más conocido que amigo, le ha dado a sus 77 por “realizarse”. Su segunda mujer, mucho más joven que él, (unos 50), lo exhibe por donde va desde hace dos años, que es el tiempo que llevan casados.
Ella es del Paraguay y de buena vida. Su otra mujer, la madre de sus hijos, que son tres mas una, murió hace un año de un cáncer terminal que llevaba arrastrando desde hacía cinco. Él la dejo porque quería salir de aquel mundo de dolor que había en su casa.
Como buen inmobiliario con “pelas”, nunca tuvo problemas para desenvolverse con éxito en sus correrías verbeneras acompañando a gente del poder político, (eso decía él), y por tanto poco le costó escoger a la que debía “realizarlo a él” mientras le durase dura y mientras durara.
Él, en un gesto muy digno, según oí el día de las excelencias funerarias de ella, costeó todos los gastos de su enfermedad y del mantenimiento de la difunta desde que la dejó, vía divorcio. “El siempre se ha portado muy bien con ella”. Y el caso es que no hay nada como tener poder, y “pelas”, para que la moral cambie de cara con una facilidad asquerosa.
Sus hijos, tres más una, viven al amparo de la fortuna del padre. Nunca han pegado un palo al agua, dos son licenciados en derecho, otro es médico y la otra, (que es hija de una secretaria), es enfermera. Ninguno trabaja en nada, solo viajan y montan negocios ruinosos que abren y cierran a su capricho. La chica pasa el tiempo de ocho a tres en la S.S. y parece que vive feliz, pero también anda reclamando su parte montando y desmontando tiendas de ropa de moda “in” que solo sirven para enriquecer a los “reformistas de obras”.

A la vista de la “exitosa”, pero desgraciada, vida que andan disfrutando algunos de mis colegas de profesión, que no de economía, descubro que lo de hacerse rico a costa de un determinado ciclo, como es el acaecido en el sector inmobiliario en los años 1995/2005, no sé si conduce a nada cuando la base empresarial y humana es inexistente.

Lo mío, al fin y al cabo, lo fue como empresario profesional sin participación en las sociedades en las que anduve disfrutando del negocio inmobiliario como el que más.

Por tanto, nada más perfecto para la salud profesional, ni nada más recomendable para todos aquellos que empiezan ahora, que desearles que vivan lo que he vivido desde esa enorme atalaya, desde ese enorme placer que se siente ostentando el título de la mejor de las profesiones, la del empresario profesional


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