Anna Kozlova
11 agosto 2020
Ya sin gafas, ni sombrero playero, me senté hoy en una posición dominante en mi Ateneo –justo a lado de la puerta de los aseos – y me hice el poeta distraído y absorto en cosas celestiales aprovechando que mi melena se había secado al viento y parecía una peluca de “drag queeen” buscando el querer o atención, de alguna loca televisiva de los DeLuxe. No hubo suerte, solo me reconoció la Loli … “¿Enrique, un descafeinado con leche de soja, como siempre?” – me dijo. Luego, mientras se iba, se volvió y apostilló … “Ah, no te cortes el pelo, te queda bien así, pareces un pintor arruinado”.
Al rato ya se fueron acercando todos, cual lobo a su presa, y ya empezaron los babeantes abrazos, delirios verbales sobre quien la tiene más grande a la hora de saber cualquier cosa y los inconfesables insultos a la clase política, como es de rigor en cualquier patriota que se precie de ello aunque, ya sabéis aquello de … “mi hermano es un cabrón, lo sé, pero tú ni lo nombres”, así que cuando alguien le duelen sus heridas internas lo mejor es “no meneallo”.
Pero llega la nueva, la Lucía, sí, la que se le ha perdido su marido en Corfú, y me dice: “Oiga, Enrique, deme una frase para presentar mi charla de esta noche en la que pienso hablar de la vida y la muerte y ah, eso sí, yo le haré mención, claro, como debe ser. Y yo, que soy muy blando con las sesentonas de buen ver, cierro los ojos, hago ver que pienso mientras me aparto la melena de mis ojos y le digo … “un placer”, allá va:
“La experiencia cultiva la sabiduría y quizás sea por eso que la vida empieza a llenarse de ella cuando se acaba, por tanto si lo único que nos separa de la muerte es el tiempo y siendo así de importante tal verdad, incluso más que la propia sabiduría adquirida, éste no se debe desperdiciar en gestos y gestiones absurdas, hay que pecar de inmediato y bien, y hay que hacerlo sin perder ni un segundo en consideración alguna … sirva de pretexto para ello que el limbo existe y eso hay que tenerlo presente siempre. Pecar es un placer que puede ser, si se hace bien, un feliz camino hacia la inmortalidad”.
… se hizo un largo silencio y al rato, la tal Lucía se levantó coquetamente y empezó de un modo elegante a aplaudir, primero suave y poco sonoramente y luego de forma más convencional. Al instante se unieron todos a la fiesta sonora mientras Leonor se acercó a mi oído y me dijo: “Enrique, eres un viejo peligroso”. Me puse colorado … y hasta contento … le di hasta las gracias.
Ir al Ateneo, decidida y ciertamente, rejuvenece de un modo tan insospechado como evidente.
Tus escritos me llevan a soñar
ResponderEliminargracias
ME ALEGRO MUCHÍSIMO, QUERIDA MUCHA. QUIZÁS TENGA QUE VER QUE YO ESCRIBO EN SUEÑOS.
EliminarFELIZ MARTES.