sábado, 4 de julio de 2020

Escatologías impropias

Rue de Varenne-Boulevard des Invalides, Photo by Rene Jacques, 1942
04 julio 2020
– Pere llevaba tres días sin venir por el quiosco y lo cierto es que aún y echándolo en falta, a estas edades nadie se atreve a preguntar por el que falta, por si acaso.
– Pues bueno, apareció Pere y a pesar del distanciamiento, la mascarilla y el sentido común, se arrancó con el babeo en cuello de turno, las dos odiosas palmaditas en la cara, y un no menos odioso  frote  en el cuero cabelludo al grito de  ¡¡¡“fotre, despéinate un poco Enrique, coño, que pareces salido de un colegio del Opus”!!!, Pere comenzó a largar:
  • No os lo podéis imaginar. Me dio un colapso intestinal, es decir, se me puso la mugre del recto mas dura que la gorrinada de cangura. Todo eso a la vez que la nuez prostática atacada por la dureza del recto se  puso a 150, es decir, y por decirlo de modo elegante, ni mingitar ni defecar.
  • Me bajé a la Farmacia y compré de todo, (bajé varias veces), Micralax, Dulcolaxo, supositorios Rovi y por último, ya desesperado, un Enema salvaje.
  • Me lo puse todo y ya sin solución, y sin remedio alguno a pesar de todo lo que me había metido, me atreví a coger el coche y marcharme al Hospital SJ, a toda leche.
  • Subiendo la rampa y mientras le decía al enfermero … “preparen sonda fina para atacar la uretra y vaciar la vejiga, hay retención, una bañera para operar por el mismo ano y una inyección en vena de calmantes acelerados”, empiezo a notar que todo el material que vacié de la estantería de “Zona Laxantes” de la Farmacia, me iban a dejar sin sangre, noto que me aflojo y que todo mi mal, al contrario que la televisiva Gran Hermana última,  (que la salud la perdía por el ano), se me va todo él, (el mal),  “patabajo” estando yo justo entonces, ya, en el medio de la recepción del Servicio de Urgencias.
  • Mientras todo el mundo me miraba, (y olía), parecía como si mi cuerpo fuera a deshacerse en líquido putrefacto y maligno a la vez que a mi se me ponía cara de coito venial, por un lado, y de ¿Gondía … y ahora qué, como me quito todo eso del cuerpo?
  • Humedad salvaje y calentita, en piernas y el dichoso enfermero me dice: ¿Le pasa algo?
  • Y yo le contesto: “Claro ¿No lo hueles?” … ¿Dónde está el baño?
  • Y ahí estuve, media hora en el baño de urgencias pidiendo papel mientras iba diciendo a cada minuto … ¡¡¡OCUPADO!!!
  • La vuelta la hice andando, no me atreví a coger el coche o un taxi, por razones obvias.
Pere está ahora, según él dice, de pura madre, algo más delgado, eso sí, pero vivo y aún así fue capaz de despedirse con un cachondo grito de guerra: ¡¡¡NO SABÉIS LA MIERDA QUE ME HE QUITADO DE ENCIMA!! … Laura, que sigue sorda como su madre, no se entera nunca de nada por eso al oír la palabra mierda en tono alto, pregunta y se pregunta: ¿Qué dice, que ha pillado una borrachera? … nadie se rió, ni nada parecido.
En fin, cosas de jóvenes maduros, sí, recuerdo aquello que decía Benedetti que cuando era niño los viejos solían tener unos treinta, y yo, ahora a mis setenta, digo que los viejos son aquellos que suelen tener noventa o más.

2 comentarios:

  1. No solo a Pere le puede ocurrir ese colapso intestinal sino a todos en algún momento de la vida.....lo bueno es que quedo vivo y delgado. Saludos. Un texto que me hizo sonreír.

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    1. Gracias Sandra. Reír es el principio de cualquier terapia curativa.
      Un abrazo de lunes.

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