lunes, 4 de mayo de 2020

No me acuerdo ... y me gusta

Fotografía de Eugène Atget
04 mayo 2020
No te levantas de la silla si no te apoyas en las mágicas manos que nos engancharon al cuerpo en una feliz decisión del creador. Ponerse los calcetines es como lo de subirte a la cuerda cuando tenías siete años. Los altillos de los armarios, ay, dichoso invento, que inalcanzables son, aunque estoy convencido que los hacen para que necesitemos de los hijos para usar lo que allí nos empeñamos en guardar. Y no hablemos de las cosas de la memoria pues ya me tengo que acostumbrar a comprar seis o siete gafas para leer, pues las pierdo sin saber donde buscarlas, ya – Ayer, por ejemplo, encontré unas que perdí en Navidad en el último cajón del congelador.
“Pero, Enrique ¿qué me quieres decir?” – Dice una voz interior, intangible, inexistente y cruel – No he sabido responderle … no me acordaba de qué estábamos hablando.
Hay cosas que sabes como empiezan pero no sabes nunca como quieres que acaben … nunca me acuerdo … y hasta me gusta y es, extrañamente, aún más emocionante, así.

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