10 enero 2020 2018
Pido perdón, antes de empezar a los médicos, pero hay días que … algunos son intratables. No obstante, diré también, que es cierto, ellos no son los que gobiernan, administran y dirigen su trabajo.
Mi “Cuento” de hoy, aquí:
Tenía cara de chica algo “ida”, y sus gestos con las manos parecían los de alguien que no puede moverse con facilidad. Las largas mañanas en la salas de espera de mi querido HSJ tienen su parte buena, conoces a gente extraordinariamente valiente, gente que te enseña a luchar y a pensar en que hay vida más allá de nuestro ego. Tras unas entrecortadas conversaciones, conseguí que Ana, la chica que parecía “ida”, me empezara a contar sus bendiciones: Un ELA no heredado la tenía a sus 43 envuelta en la duda de la bondad de su existencia. Llora sin razón, se cae con facilidad por la debilidad de sus piernas y lo peor es la dificultad para mover los brazos, volviéndose muy torpe a la hora de coger vasos o platos. Hablaba animadamente mostrándome, extraña y deliciosamente, el lado bueno de su ELA. Los amigos, la familia … todos eran geniales – me decía. Ahora se había dado cuenta de su existencia y de las muchas posibilidades que la vida le ofrecía a pesar de su enfermedad. Al rato se separó y se fue a sentar con otra joven de la sala a la que, al parecer, les unía algún lazo clínico …
Una mujer que estaba a mi lado, con voz casi inaudible, me dijo: “Soy su madre, la de Ana … se muere. Mi marido murió hace seis años en un accidente de tráfico y coincidió con la aparición de la enfermedad de Ana. Paga de viuda y con algunos trabajos que las dos hacemos de remiendos de costura, vamos tirando. Ahora nos han quitado la paga de ayuda a la Dependencia que nos daban hasta el año pasado y, además, tengo que pagar los medicamentos y no todos los meses puedo. Hay una doctora que nos ayuda con los medicamentos, pero no quiere que se sepa ….”; La mujer siguió contándome miles de cosas más sobre las dificultades que este País empieza a mostrar a todo aquel que cae en alguna de esas Enfermedades que llamamos Raras, cuando debiéramos llamarlas Cabronas o de Mala Madre.
La injusticia social es imparable, creciente y constante, de modo que parece que los políticos hayan abierto el dique del mar helado y deja que los más bajitos vayan muriendo al grito de “aguantad que ya queda poco”. ¿Pero y los que están muriendo o metiéndose en patologías incurables por falta de medicación o de ayuda? ¿Nos hemos vuelto todos insensibles? Así será cuando consentimos que esto siga pasando, si, que los ancianos sigan sin medicación porque la tienen que pagar, dejamos que los del cáncer paguen por morirse y hasta consentimos que un estúpido Médico mal denominado de Familia te haga esperar mas de una hora en la sala de espera para que no te acostumbres a ser recibido fuera de hora y sin cita, y todo porque has aparecido en su consulta pidiendo visita de urgencias con tan solo una incipiente fiebre de 39º de nada.
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