30 diciembre 2019
Sales a la calle y hasta te parece que todo el mundo te mira y …
– ¿Dónde vas, Enrique?
– Al Hospital de San Juan, Pepe
– ¿Andando?
– No, hombre, me voy con el TRAM hasta Alicante y allí cojo el 23 hasta la misma puerta
– ¿Tú crees? yo creo que llegas antes andando, Enrique
– Bueno son casi 5 KM y yo ya no estoy para esos trotes
– Tú mismo, Enrique, pero bajarte a Alicante y luego volver por la CN, buau, no sé.
La agorería siempre cunde en el personal al menor descuido, pero es que están muy quemados, aunque también pasa que ya tienen mucha experiencia en el uso del transporte público..
Comienzo mi viaje y es como volverte chico. El Tranvía, (TRAM), viene a su hora puntualmente, no hay empujones ni se huele a humanidad como me aventuraron la otra noche una paisana de Girona. “Gente sucia, Enrique, no se lavan y así que luego se meten contigo en el bus y no se puede aguantar, además te meten mano o pierna, son unos guarros. Cuando llego al Hospital todo el mundo me dice que se nota que he venido en el Bus”. Mi amiga tendrá unos sesenta y muchos y aunque está de buen ver, no creo que nadie le de por achucharla, pero ya se sabe, hay tanta necesidad que … Pero yo a lo mío, decía que como un niño, si, me hago todas las fotos posibles hasta que me doy cuenta que todos me miran como si estuvieran viendo a alguien que se le ha ido la cabeza, pero …“ Je suis ici des vacances et la photographie me plaît beaucoup” y entonces, aunque mi acento francés es bastante bueno, veo que la gente me mira, aún, más raramente y eso no es nada cuando al rato, al pasar por la Albufereta, se sube un ex vecino y me saluda:.
– “Hola Enrique, cuanto tiempo”
– Tierra trágame
… me levanto y me lo llevo al principio del vagón, junto a la cabina del conductor y le hablo bajito, pero los dos chavales de la cresta tipo CR7 están, o eso me parece, que se parten el culo con sus risitas y jolgorio grosero innecesario.
Bien, llegas a Mercado y sales a la calle y a punto estoy de coger una lipotimia de invierno alicantino, pues son más de 30º Cº al sol de la tarde alicantina, lo cual me deja patidifuso. Me repongo con dos cafés en vena en la cafetería que hay entre Rambla y Bailén y salgo a toda leche a la parada donde, a los 25 minutos llega el 23, mi querido y deseado BUS.
.Ahí, en el BUS, se hace brazo y piernas, no es necesario que vayas a más gimnasios ni fisioterapias, el conductor lleva el BUS como si fuera un camión de ganado o de ladrillos macizos, a toda leche, sin miramientos, sin importarle frenar a lo burro y dar bandazos en las curvas y, especialmente, en las rotondas en las que si no estás bien cogido, acabas en brazos de una señora que bien sentada y con buenos modos, te acaba diciendo: “
Por dios, cójase que me está destrozando el pecho”
Finalmente, a la hora y 36 minutos desde que salí de casa, llego a mi querido Hospital y encuentro a faltar, (o eso mereceríamos), el comité de bienvenida a modo de aquél que ha superado una prueba, pero nada de nada, otra lipotimia y otro bar con dos cafés más en vena. La vuelta, tras tres horas en urgencias, la hice en taxi, pero me resultó muy aleccionador el viaje, desde que aprobé las pruebas físicas para meterme en el IPS, (la mili de los universitarios de mi época), no había sufrido otra experiencia tan dura. Claro que ir a urgencias del Hospital si no te estás muriendo, es lo mismo que irte a Moscú a tomarte un helado … “Tiene su aquél”.
Por tanto, si haces relaciones, fisioterapia, ves paisaje, te tomas cuatro cafés y hasta tocas teta, aunque sea de un modo indeseado, lo de viajar en el Transporte Público es una bendición. Ya me lo decía mi Madre, y cuanta razón tenía:
Enrique, mézclate siempre que puedas con el pueblo, estarás siempre más protegido y más feliz.
Un viejo vídeo recuerdo imborrable de ese viaje, uno del 2012, el cual no me canso de publicarlo, lo aclara. Aquí lo dejo…
UNAS IMAGENES, MÁS QUE MIL PALABRAS
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