“Hasta Luego Pepe … ¿Te acuerdas de mi?”
“Vaya Pepe ¿Es tu nieta?"
“Qué va, es la niña del bar de lucecitas, el Gallo Azul, de la curva de Villajoyosa que busca piso en Alicante y a algún viejo que cuidar”
“Me encanta ver como sois, ¡¡¡Todo amor!!!”
“Sois unos HdP, falsos hipócritas de la fe en la que no creéis, hijos del demonio, del placer inadvertido y de la falsedad de un amor infiel, sois como sois … sois amigos míos y eso os salva … igual que a mí”
- Arturo, a continuación, se puso a reír con una risa tonta que a mi, al menos, ni a ninguno, se nos ha quitado ahora, tras tres horas que hemos tardado, en tiempo de pandemia, para tomar un café descafeinado con sacarina y leche desnatada de cabra, en Nácara, con el Alcalde del 96 de mi querida ciudad y otras fuerzas del poder extinto, es decir, todos jubilados.
- Luego, ya sabéis, son tiempos de pandemia, mascarilla, nada de abrazos, ni besos, un metro y medio de separación, golpecitos con el codo a modo de saludo y puro “aburrimiento senil, venial y brutal”, sí, Misa, rosario sin sesentañeras minifalderas, muy de Misa ellas, y cánticos al más puro estilo sanferminiano hasta que el Párroco nos ha dicho … “¡¡¡CHICOS … YAAAAAAA!!!, basta ya de cachondeo, esta es la casa del Señor”. Lo que le contestó Antoine, siempre tan irreverente, hoy no lo puedo contar, será otro día, si cabe, y eso antes de que el joven cincuentón y Párroco amigo, nos excomulgue a todos.