martes, 11 de febrero de 2020

Maldiciones soportables

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Fotografía de Henry Cartier-Bresson 


11 febrero 2020

“El cuenco o el huequito en el pavimento se convierte en un acantilado; la altura de los bordillos se convierten en muros y cualquier escalera en una escalada; los coches aparcados en los “cebras” son, descaradamente, una plaga; los ciclistas por el paseo de la Playa actúan como terroristas y la prima de Juan, que ejerce de señora de compañía en Algeciras, le ha dicho que se viene a vivir con él.   Las cosas del día a día suelen ser difíciles pero agudizar los sentidos para no tropezar o el “déjate ya de coquetería absurdas y cómprate una cachava”; descubrir que ante cualquier escalera siempre hay o es posible que haya, una rampa; que al terror del coche mal aparcado en los “cebras”, siempre hay un paso libre en la siguiente esquina; y que los ciclistas son una maldición soportable, es algo, todo ello, que debemos asumir sin derrotismos exacerbados.  Otra cosa es afrontar lo que se le viene encima a Juan con lo de su prima de Algeciras.“

Acudir a una charla matinal, de esas que te toca contar o lanzar una proclama positivista, ante un público incrédulo, hundidos en el dolor, en la soledad y muchas otras demasiadas veces en el olvido del mundo social, laboral y familiar, es todo un reto. Mucho más si en ello debes poner entusiasmo, convencimiento y dicción aprendida en los muchos años haciéndolo ante un público aunque más pragmático igual de necesitado de ánimo que el de hoy.  ….

Lo mejor ha sido al final de la charla y tras el obligado clamor de las palmas del final de la fiesta, cuando uno de los asistentes, cara roja, nariz roja, ojos rojos y bufanda roja, me dice, cachava en mano y voz carajillera: “Lo que más me gusta de tus charlas, Enrique, es que lo  cuentas como si te lo creyeras. Tú aún podrías ser lo que quisieras”. Y mi nuevo e inesperado “admirador”, se ha marchado con paso vacilante hacia la barra de la Loli y yo, con cara de satisfacción indisimulada, administraba mi autocomplacido ego, repartiendo los consabidos y protocolarios  “hastaluegos” a mis veteranos conferenciados a la vez que intentaba hacerme comprender el cómo y el porqué de esa inexplicable, pero tan necesaria satisfacción. ¿¿??



2 comentarios:

  1. Pareces tener una actitud predominantemente optimista ante la vida. Siempre se me hace muy curioso conocer gente así.

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    1. No creas Alexander, a veces es más un deseo que una realidad. Mi Madre siempre me decía que en la vida lo importante no es ser feliz, lo importante es creérselo.
      Saludos.

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