Imagen: Douglas Hale
04 abril 2021
- La realidad es lo único que no se puede cambiar, como todo el mundo sabe, pero los sueños sí y hoy he vuelto a tener otro que me ha dejado, como dicen los cocineros, a punto de nieve.
- Volaba, sí, volaba, le daba la mano a todos ellos, a los que no están y, curiosamente, a muchos que hace mucho tiempo que no veo.
- El fondo no era azul, era blanco nata, había puertas sin marco, todas ellas abiertas y todos estábamos sin ropaje alguno.
- Me hizo gracia un chaval que apenas sabía hablar pero que hacía reír a todo el mundo con sus gracias. No entendía muy bien lo que decía pero tenía una personalidad muy atrayente, como la Luna a la Tierra.
- Me acerqué y le pregunté: Hola chaval ¿Como te llamas?.
- Enrique, me dijo. Vaya, como yo, le repliqué.
- No, me dijo, no me llamo como tú, soy tú. Se rió y se acabó marchando como hacen esos vivaces enanos de su edad hasta que le perdí en ese fondo blanco que me hacía pestañear más de lo debido.
- El susurro querido de siempre, en el oído izquierdo, me pone en el Mundo terrenal: “Enrique, arriba, que llegamos tarde”.
- Quizás el sueño fue una premonición. Mañana voy a intentar seguir con él, con el sueño de este especial día de Pascua de Resurrección.
