30 octubre 2021
- Antoine estaba triste, llevaba sus tres copas de ese viejo ron que guarda su enamorada barista en el rincón de los deseos y la lengua del viejo francés andaba lejos de las intenciones de su cabeza y solo obedecía los impulsos del corazón.
- Cantante en el París la nuit de los 60, amante de mil almas en busca de ser deseadas, solo encontró el amor a los 50 en que la mujer de su médico le cautivó. La quiso la deseó y, hasta, la disfrutó.
- Él nunca habla de ella, eso fue hace mucho tiempo, ocultó su amor en el rincón del alma que más duele, el rincón del desprecio, y nunca pudo perdonarle que tras unos meses locos de tortuosa entrega a los placeres del sexo y del amor mas carnal, ella decidiera romper con él porque le dijo que amaba a su marido.
- Pero hoy su corazón sangraba, su Florence se ha ido para siempre. Un delator telegrama que yacía sobre la barra, arrugado y mojado, se lo acababa de anunciar. Fue su último deseo, el de ella. Le dijo a su marido: Si me muero, mándale un telegrama a Antoine y dile que nunca he dejado de amarle.