jueves, 31 de diciembre de 2020

Ese cuarto de perdidos trastos que tanto me hacen pensar


31 diciembre 2020

Parecía una buena idea y lo fue, cuando en plena noche decidí bajar a ordenar mi viejo trastero repleto de viejas cosas, de viejos libros de aquel ayer y de tantos y tantos reproches hechos a cada vivencia en la que creía estar pecando. Viejas fotografías en b/n y otras en ese peculiar color desgastado de las de primera generación, viejas y heredadas pinturas que estaban en aquellos inolvidables lugares de esa vieja casa que me vio crecer, viejos aparatos de radio, cajas con videos grabados en formatos que hoy suenan a arqueología romana, viejos y polvorientos trofeos de no sé qué olvidada gesta profesional, ese viejo Dualette 77 que daba música a mis fiestas de los 60, esa no menos vieja Olivetti Lettera 32 bien guardada en su maravillosa funda, algún mueble viejo tapado con su blanca sábana de rigor y mucho polvo, extraordinario elemento cruel que da color y calor, a tantos y tantos recuerdos.

Pensé, tras un par de horas de tiempo robado al sueño madrugador, que algún día debiera bajar a quitarle el polvo a tanto recuerdo, especialmente por aquel reproche que te lanzan como cuchillos los más queridos con eso de ... "Papá, cada vez que bajas a tu mundo de los recuerdos, dejas huellas por todo el recorrido". Pero no, he decidido ya hace mucho tiempo no quitarle el polvo a nada que forme parte de mi museo arqueológico, (como así le llaman o debieran llamarle, los míos), no, ese polvo encima de mis viejas cosas le da ese color que me gusta y que ojalá pudiera dárselo a todo, cuando se trata de darle culto al pasado ... a un pasado feliz, a un pasado que es feliz como pueda serlo el presente y que espero lo siga siendo en el futuro, pero darle "cancha" a eso que fue "lo nuestro" es algo que me niego a abandonar, sí, es algo que a la Sociedad del Poder vigente y, (lo más preocupante), del que viene, parecen haber olvidado por completo y eso sucede sin que nadie de los viejos rockeros que sufren la esencia de ese castigo, queramos o sepamos, reconocerlo ... ni podamos impedirlo. Quizás debamos confesarnos más a menudo ... dicen que ayuda, aunque sea en un confesionario al aire libre y cerca de cualquier ateneo.

Besos a todos y todas, en este último día de este cruel año ... un mejor futuro nos espera ... ¿Verdad?



enriquetarragófreixes

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