miércoles, 14 de abril de 2021

Basta ya de tanta mediocridad


Abajo la mediocridad


14 abril 2021
Año tras año, recuerdo que Él se hacía las mismas preguntas que yo voy haciéndome ahora …
Bueno, a mí, en esos días de maestro del ladrillo retirado, refunfuñante y exquisito, me falta salir a la calle a pegar tiros, (es un decir), y de momento no tengo ni armas, ni ganas de hacerlo. Pero tienen razón los que así lo ocultan, aquí tenemos que hacer algo, aunque no se me ocurre. Yo, de momento estoy con mi guerra para el inútil control y buen uso de los aparcamientos de minusválidos, dando clases magistrales de lo que sea a mis veteranos de la intelectualidad  y de la moral imposible; luchando no sé con quien, para que los profesionales válidos, (como tú, por ejemplo viejo amigo, que llevas dos años en paro a tus 53), que por su cualificación y experiencia, retirados  a sus escasos cincuenta y pocos, sean restituidos en los lugares que esta sociedad necesita que estén y para que aquellos políticos y caciques del poder empresarial, que no tienen ganas más que de fumarse al contrario en lugar de sumar fuerzas, se los trague el olvido y la crisis, claro.

También me he apuntado, de modo virtual, a un grito callejero de mis tiempos: BASTA DE TANTA MEDIOCRIDAD, CONNIVENCIA Y MALAS PRAXIS, EN EL MUNDO DE LA POLÍTICA. (Tengo razones y experiencias suficientes para desearlo y para apuntarme a ello, tantas como el de 22, 22 y 22).

También me he apuntado al “tetas fuera” cuando gane la liga de primera división el R.C.D Espanyol y de momento el cura de mi barrio me ha aplaudido la idea, porque piensa que eso cuando pase ya estaremos todos calvos y las almas en el purgatorio, pero mientras tanto él piensa que mantendré la fe.

Bueno, bromas aparte, la sensación que tengo, cada vez más, es la misma que tenía el personaje de Sallinger haciendo de "guardián en el centeno". Es, en otro escenario más cotidiano y más trivial, como cuando te levantas a apagar la luz de los lavabos de la Estatal Seguridad Social cuando nadie los usa o cuando te acercas a una obra, en la que no te conocen de nada, a decirle al encargado que tiene la luz de la grúa encendida o a recriminarle a un niño de corta edad, sin que te vea su padre,  que los papeles de las gominolas se tiran a las papeleras. Cuando haces eso, te das cuenta que todo el mundo te mira como si te hubieras vuelto loco o gilipollas. Lo peor, incluso lo más probable, es pensar que eso sea cierto.

Dicen que los sentimientos tienden a helar el alma con el paso de los años, pero, ciertamente, esa es una apreciación que según se nos produzca o no, nos distingue a todos. A mi me sucede algo extraño: Unos días creo que sí y otros creo que no. Puestos ambos  en la balanza de la verdad estimada, creo que, hoy por hoy, quizás, ganen los que … no lo sé ¿Y tú?


2 comentarios:

  1. Yo me apunto a no dejar de ser lo que somos, a continuar enseñando desde el lugar que ocupamos en la sociedad, a no cansarnos, porque si lo hacemos estamos en el horno.. No se cual será el resultado ,pero al menos dormiremos tranquilos sabiendo que hacemos lo correcto..El que quiera aprender que aprenda.. Dios nos ha dado el poder de la voluntad pero también el de la elección..Hay que aprender a vivir entendiendo que algunas cosas pueden o no mejorar ,y que no tenemos ni vamos a tener , control sobre todo.
    Al menos , hagamos muy bueno nuestro entorno..Besossss Enrique!! y siiiiiiiii hay días que saldríamos a los tiros jajajaj no te creas!!!

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    1. Tienes razón, querida Eli. Fue un momento de debilidad ... ne refiero a lo de los tiros, jajajaja.
      Bromas aparte, agradezco tus comentarios, Eli, enriquecen y se convierten en importantes en este blog.
      Un abrazo lejano, pero muy cercano.

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